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Exploración en el Mar de Banda y Raja Ampat, Indonesia

Exploración en el Mar de Banda y Raja Ampat, Indonesia

Indonesia

¿Cuál podría ser el área de corales más vasta y virgen del planeta? Según mis estudios, el mar de Banda y el archipiélago de Raja Ampat, Indonesia, eran los destinos que cumplían con estos atributos y además eran los más remotos.

El acceso a estos sitios era muy difícil y la logística para explorarlos resultaba muy compleja, pero así es como se descubren estas regiones: hay que buscar la mejor opción e ir a explorarlas. Con tal fin, nos reunimos un grupo de cinco buzos de espíritu aventurero; íbamos al otro lado del mundo a ver qué nos ofrecía la mar.

Raja Ampat es un archipiélago situado al noroeste de la península Cabeza de Pájaro, al noroeste de la isla de Nueva Guinea. Pertenece administrativamente a la provincia de Papúa, antigua Iria Jaya, en Indonesia. Está formado por cuatro islas principales: Misool, Salawati, Batanta y Waigeo, así como otros 1,500 pequeños islotes, cayos y bancos de arena. En su extensión total (terrestre y marina), de aproximadamente 40.000 km², se halla el mayor parque nacional marino de Indonesia, el de la Bahía de Cenderawasih. Raja Ampat tiene 537 especies de corales, que representan un 75% de las que hay en el mundo, y 1,074 especies de peces, la variedad más rica del orbe.

Después de más de 80 horas de periplo, repartidas en los aeroplanos, estancias, camiones y travesías en barco, llegamos a aquella muy remota región, donde hay islas que ningún ser humano ha tocado, y aguas donde ningún buzo se ha sumergido. Aquel era un paraíso terrenal ¡No podíamos creer lo que veíamos! Pese a nuestro cansancio y a los cambios de horario nos sentíamos muy entusiasmados.

Las serpientes del paraíso

Desde nuestro primer buceo nos impactó la gran biodiversidad que vimos. Nunca antes, en mi larga carrera de buceo de 33 años, había visto tanta belleza subacuática: la variedad de corales y peces superaba en más de 20 veces al Caribe entero, y lo veíamos en una sola inmersión.

Buceamos durante 15 días seguidos y estábamos en el agua más de seis horas diarias. Nuestra travesía en barco duró 15 días y logramos ir a las islas más remotas del archipiélago. En cada una de ellas hallamos una vida subacuática diferente, y en algunos lugares, unos animales muy venenosos como la serpiente marina de cola plana, diez veces más ponzoñosa que una cobra. En una inmersión encontramos más de 30 de aquellas serpientes.

Por otro lado, vimos al pez escorpión, al pez piedra y al pulpo de anillos azules, unos animales muy venenosos y muy atractivos. En otra isla en el mar de Banda, buceamos en un lugar donde un volcán había derramado lava hacía 20 años, y lo más impresionante era que ya habían florecido unos corales duros en tan poco tiempo.

Esto quiere decir que la vida subacuática se reestablece rápidamente si se deja que la naturaleza trabaje y no interviene el hombre, el principal depredador de este planeta. En las tardes, antes del anochecer, intentábamos filmar a los peces mandarines durante su reproducción. Esto exige mucha paciencia, ya que se obtienen cinco segundos de filmación tras seis o siete horas de búsqueda del acontecimiento. Hubo dos inmersiones en Raja Ampat, en donde buceamos en una punta donde pegaba muy fuerte la corriente, tanto que no podíamos nadar en contra de ella, por lo que había que mantenernos sujetos de las piedras para poder presenciar el espectáculo.

No podíamos soltarnos, ya que la corriente nos hubiese arrastrado a más de cinco Km del lugar. Estuvimos rodeados de centenas de especies de peces y corales; no dejaban de pasar centenas de jureles, pargos, mariposas, peces, murciélago, tiburones, sardinas, atunes, napoleones… en fin esto era un paraíso subacuático.

También se nos acercaron unos tiburones punta plateada, que son de mar abierto y nos veían como extraños. Por otro lado, durante un buceo nocturno en el mar de Banda, a 90 pies de profundidad, nos rodearon más de 20 tiburones martillo. ¡Aquello fue tan inesperado que nos dejó en el pasmo! En otra inmersión, decidimos llegar a una punta donde la corriente era muy fuerte, para observar a los peces pelágicos. La corriente era muy pesada, después de nadar durante más de 25 minutos, logramos llegar hasta la punta y nos pasaron varios atunes de casi dos metros cada uno.

Descubrimos además un paraje donde se reunían unas mantas de más de cuatro metros de largo; iban a que los pequeños peces las limpiaran. La aventura no llegó solo hasta ahí: vivimos muchas peripecias en tierra, como al tratar de comunicarnos con la gente, esto fue difícil, ya que el dialecto local es complicado, pero todo era parte de la aventura. Estos destinos son lo más cercano que yo he visto a un paraíso terrenal subacuático. ¡Un edén con todo y sus serpientes, pero un paraíso al fin!

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