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Las américas, la mexicana y la mujer

Las américas, la mexicana y la mujer

Aún recuerdo cuando era una niña y patinaba por las calles sin temor, con el riesgo de que me viera mi madre, quien solía pensar aquella diversión era peligrosa. Pero yo, yo no tenía miedo, aún no entendía lo que el temor significaba. Hoy me encuentro aquí, completamente protegida con mi traje de motociclismo, bajo 40 grados centígrados, con 800 centímetros cúbicos y 75 caballos de fuerza a mi disposición; miro mil metros hacia abajo, hacia la profundidad de las Barrancas del Cobre; mi corazón palpita fuertemente y yo, yo tengo miedo. Me pregunto en voz alta, aunque nadie pueda escucharme: “¿Allá, en el fondo de la barranca, encontraré a esa niña que alguna vez conocí?”. Yo sé que ella no tiene temor.

Todo empezó con una idea

Mi nombre es Deyanira Mendoza Domínguez, tengo 29 años, soy mexicana por nacimiento, con mucho amor por México y orgullosamente canadiense por destino. Ingeniera química y cultora de belleza, especializada en organización y planeación. Mis pasiones: los viajes y el aprendizaje que ellos traen consigo, desalojar la ignorancia de mi ser.

Creo en el cambio constante y en la superación por medio del desarrollo de una filosofía propia, de una filosofía que me permita encontrar la diferencia entre el “querer” y el “necesitar”. Las matemáticas son mi fuerte, pero disfruto la historia cuando la vivo con ella: mi motocicleta, su nombre: Hope– BMW F650GS. Experiencia en el motociclismo: ocho años.

Felizmente casada con un hombre que comparte la misma visión que yo, pero desde una perspectiva diferente, que le añade intensidad a la relación. Juntos alcanzamos nuestros objetivos, compartimos el éxito y arrostramos juntos los obstáculos; reconocemos que si nosotros no llamamos al “cambio”, él tocará la puerta y nos invitará a “cambiar” bajos sus propios términos y no los de nosotros. La segunda compañera de Brian: Chuleta– BMW F800GS. Experiencia en el motociclismo: 22 años.

Todo empezó con una idea, un sueño, y el sueño se convirtió en una realidad: Vancouver-Alaska-algún lugar en Argentina-Cuba-México. Fácil no, interesante sí. El comienzo se remonta a lustros atrás, cuando finalmente mi deseo por aprender a montar una motocicleta se ve realizado de una manera apropiada, con clases profesionales y un proceso en que definí lentamente cuál motocicleta cumpliría con mis necesidades.

La experiencia de sentarse como pasajera en una motocicleta tiene sus ventajas, y viene acompañada de un papel importante, sin embargo, a mí en lo personal me gusta ser la conductora de mi propio destino, cerrar mi casco y no hablar con nadie durante horas, detenerme y compartir con mi pareja lo que ambos vivimos, desde diferentes puntos de vista, pero sobre la misma ruta.

La curva del aprendizaje

Viajamos juntos por años en el Norte de América y pasamos por circunstancias que me hicieron madurar como motociclista; la curva de aprendizaje para mí ha sido lenta, puesto que he tenido que lidiar con temores que jamás me imaginé tener; sin embargo, las herramientas para llegar a ser una buena motociclista existen especialmente cuando nos referimos a BMW, ellos tienen la capacidad de proporcionar al cliente lo que necesita.

Cada vez que salíamos de viaje, regresábamos insatisfechos, puesto que una o tres semanas jamás son suficientes para explorar sin prisas o lidiar con los imprevistos. En el año 2006 retornamos con una de nuestras motocicletas dañadas: mi esposo sufrió un accidente en Estados Unidos que le costó al seguro alrededor de cien mil dólares; a mí me dejó una imagen en la cabeza bastante aterradora.

No es fácil ver volar por el aire a la persona amada, y mucho menos mirarla, después partir en un helicóptero, sin saber si tiene vida; conduje mi motocicleta al hospital sin que supiera cómo se llegaba ahí, y encontré finalmente que aún contaba con esposo. Todo aquello me hizo comprender muchas cosas.

Sólo se vive una vez, y descubrir la propia misión en esa única existencia es importante. Trabajar para vivir o vivir para trabajar, vivir con menos o vivir con más, ¿Qué tiene sentido en esta vida? Para mí, encontrar la fórmula con la que se pueda vivir con menos y compartir más.

Así da comienzo un nuevo estilo de vida. Éste no es el viaje que haremos una vez en la vida y ya, éste es el viaje que nos ayudará a encontrar nuevas formas de vivir, nuevos horizontes, nuevos amigos, nueva información que con gusto compartiremos con otros, porque cada sueño es una realidad.

Planear el viaje fue una de las vivencias que más disfruté. Planear nuestra vida ha sido lo que nos permitió emprender este viaje. Nosotros contamos con un plan de un año, con un plan para un lustro y con un plan para una década; cada año revisamos los objetivos cumplidos, los objetivos de la siguiente etapa y decidimos si tiene sentido lo que estamos pensando, o si es necesario que cambiemos.

Tener trabajos excelentes, en los que ambos gozamos nuestra vida diaria, no tiene nada de malo, al contrario, debe ser parte del plan; pero cumplir las metas que uno se propone en la vida vale oro y ningún trabajo justifica que no se alcancen esas metas.

La vida transcurría tranquila en Vancouver, una ciudad multicultural y hermosa, reconocida como una de las mejores para vivir en el mundo, con una variedad enorme de restaurantes en los que se puede disfrutar de la cocina internacional; la variedad parece no tener fin.

Un día, con base en el plan, renuncié… Renuncié a mi trabajo y renuncié a la oportunidad de disfrutar de la variedad de platillos a los cuales tenía acceso, y no me arrepiento de ello: crear un platillo en un recodo de la carretera, en compañía de una cerveza bien helada, que pongo a enfriarse en las orillas de un río espectacular, después de haber disfrutado un día completo de retos, es lo que me hace feliz.

Mi sorpresa fue haber descubierto que la compañía para la cual trabajaba me esperará con los brazos abiertos cuando necesite volver; Brian dice: “Sorpresa no, tal es el resultado cuando uno se entrega con pasión y empeño en los pasos que se dan en la vida”. 

La renuncia no fue una decisión sencilla, dejar el patrimonio atrás tampoco. Regalar, vender, donar o guardar algunos enseres en una caja se lleva su tiempo, cambiar los hábitos cotidianos y elaborar una nueva forma de vida requiere más tiempo aún.

Salir con una bolsa de conocimientos (en especial, las técnicas para lidiar a campo traviesa, en todo terreno) y una motocicleta cargada con todo aquello que, según lo decidimos, necesitábamos para el viaje, un viaje aún por descubrir, me hizo pensar en lo desconocido.

Todo se vuelve posible

¿Quién sabe cómo lidiar con lo desconocido, quién no tiene temor de lo desconocido? Hasta ahora no he conocido a alguien capaz de predecir el futuro, es por eso que el pasado me ayuda a entender el presente, pero la aventura del futuro me impulsa a que mire hacia delante, sin que por ello deje de vivir el momento presente. Ahora exploro mis emociones al cien por ciento por primera vez ¿Cómo se relacionan mis necesidades con las necesidades de otros?

Ser mexicana es complejo, hay una cierta expectativa de conducta que yo no puedo cumplir. Soy orgullosamente mexicana, pero mis genes son bastante aventureros, soy mujer, pero no feminista, reconozco mis capacidades y las del sexo opuesto ¿Es posible que una mexicana de 60 kilogramos sea capaz de conducir una motocicleta “tan grande” por diferentes países y lidiar con las circunstancias de la ruta? ¿Es posible que tener hijos no sea una prioridad? ¿Es posible que deje todo atrás, mi carrera y la posibilidad de avanzar en el ámbito profesional? ¿Es posible dejar la alaciadora y explotar la belleza femenina de otra forma? ¿Es posible encontrarse rodando durante dos años sin aburrirse?… Todo es posible, uno lo vuelve posible, pero lo que yo haré posible es lo que ahora compartiré con ustedes, amigos, lectores.

Recolectaré experiencias que me ayuden a ser esa mexicana de la cual México se sienta orgullosa. Exploraré América, pero en especial mi país, al cual conozco, pero quiero conocer de nueva cuenta, para que así entienda mi cultura y la relación que existe entre la misma y el resto del mundo.

Compartiré con otros motociclistas el gusto por este deporte; comprobaré así que este o cualquier otro viaje se pueden emprender con los mínimos recursos y la motocicleta adecuada, que no hay que permanecer en espera, hay que actuar.

Aquí me encuentro con mis propios temores, con los prejuicios inyectados por mi cultura y mi familia, con la seguridad de que ustedes, motociclistas, entienden mi posición. No estoy sola, estoy con ella… con Hope (Esperanza), bajo la lluvia en nuestro primer día de viaje; ahora sé que las dudas no importan.

El trayecto ha comenzado y me doy cuenta de que no sólo soy la primera mujer mexicana en llevar a cabo esta travesía, soy una mujer en busca de esa niña…

Deyanira M.D.

www.encontrandoalanina.blogspot.com

Contacto: mdmoto2010@gmail.com

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