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ANTONIO SÁNCHEZ ALDANA KASSEL

ANTONIO SÁNCHEZ ALDANA KASSEL

El Motociclismo es un estado de ánimo.

Viajero de las regiones más apartadas, explorador de rutas para que otros motociclistas las sigan, licenciado en Administración de Empresas, organizador de encuentros internacionales, fundador de una dinastía deportiva, Antonio Sánchez Aldana fue una de las personalidades más reconocidas en el ámbito del motociclismo. Detrás de cada una de esas actividades había un enorme esfuerzo, que nuestro entrevistado les relata a los lectores de Boxer Motors.

Boxer Motors: ¿Quién es Antonio Sánchez Aldana?

Antonio Sánchez Aldana: Es alguien que ha andado mucho en moto y que quiere seguir andando mucho en moto; es alguien que se transporta a un estado de ánimo diferente cuando anda en motocicleta.

Lo que más me gusta, en el caso de las motocicletas de turismo, son las carreteras; entre más curvas tengan, entre más difíciles resulten, es mayor el premio que me dan, el premio es la gran satisfacción de haber recorrido una buena ruta, de haber conocido lugares, convivir con la gente que comparte la misma afición, personas con quienes nos entendemos.

Más allá del factor técnico que implica manejar una motocicleta, está lo divertido; es un estado de ánimo y es también un estilo de vida. Hay desde luego diferencias: el estilo de vida de quien gusta de viajar en motocicleta, el estilo de vida de quien gusta transportarse en motocicleta. A fin de cuentas, se requiere mucho de la mente para combatir todo lo que está en contra de la motocicleta; andar en ella, gozarla, aprovecharla.

Cada tipo de motocicleta ofrece algo diferente: la motocicleta de turismo es para ir a conocer, recorrer la República Mexicana y alguna ruta del extranjero. Se conoce de manera muy diferente una región en motocicleta que en coche. Todo se aprecia de una manera totalmente distinta. Es algo que no se borra, son memorias que se quedan muy grabadas en lo que uno es. Con todos los sentidos concentrados en el manejo, gozando al máximo la motocicleta. Otra vertiente que me gusta es la de doble propósito, a la que soy muy afín. Otra más es la motocicleta de campo, de la que soy muy fanático. No soy de motocicleta deportiva, no me atraen las pistas ni tampoco las motocicletas que exige viajar muy agachado. Me gusta mucho el reto, la velocidad.

Locuras organizadas ASA: Con diez amigos del Moto Club de la Ciudad de México, hice una locura padrísima: nos fuimos hasta Ushuaia, en Tierra de Fuego, Argentina. Tres miembros del grupo nos separamos del resto y nos internamos en las montañas, desde Ecuador hasta Chile, por los Andes, por terracería y a campo traviesa; luego nos volvimos a reunir con el grupo. A mí me tocó organizar los Seis Días de Enduro Internacional en México (ISDE: Internacional Six Days Enduro), con sede en Morelia.

BM: Fue sin duda muy agotador.

ASA: No me di cuenta hasta que todo terminó; fueron dos años y medio de labor. La carga de trabajo se fue incrementando durante el segundo año y los últimos seis meses fueron de alta presión, combatiendo contra viento y marea la imagen que existe de México en el extranjero. Nos esforzamos lo más que pudimos y rompimos un récord: conseguimos que vinieran 400 pilotos, representando a 40 países. Fue muy bonito. El apoyo del gobierno de Michoacán fue extraordinario, recibimos una carta con las felicitaciones de la Federación Internacional de Motociclismo, que declaraba que habíamos puesto el listón en un lugar mucho más alto para la próxima ciudad sede. Fueron mil 600 extranjeros; y además hubo que destinar dos mil 500 habitaciones para los turistas nacionales.

BM: ¿Cómo se organizaron? Debieron tener un gran equipo a cargo.

ASA: No un gran equipo. Sí, cuesta, cuesta mucho… ¡De no haber sido por el apoyo del gobierno de Michoacán, que empeña muchos recursos en la promoción del turismo! Nos ayudaron asimismo algunas marcas, aunque en general estaban reacias a participar en los patrocinios, que a veces eran en forma de servicios, que son desde luego bienvenidos. Fue muy complicado, contratamos gente para que nos ayudase. Aun así, estábamos preocupados; pensábamos que íbamos a perder hasta la camisa. Por fortuna, a la hora de la hora, el Gobierno del Estado se puso en actividad y organizó el mejor desfile de inauguración que se haya logrado en la historia; se ocupó todo el centro de Morelia, fue espectacular.

Hicieron todo de primera, y esto nos ayudó mucho, porque así por lo menos no terminamos con pérdidas.

A escondidas por el monte

BM: ¿Cuál fue su formación profesional?

ASA: Soy licenciado en Administración de Empresas; iba para ingeniero en la UNAM, pero cuando me reprobaron en álgebra, me cambié a Administración, en la Iberoamericana. Esto fue por 1962. Más o menos por esa época me interesé en el motociclismo. Mi hermano, que es más chico que yo, se compró una moto, una Triumph, yo se la arreglaba, me subí en aquella motocicleta y ya no me volvía a bajar de la moto.

BM: Ahí se formó una familia famosa, una dinastía en el ámbito de la motocicleta.

ASA: Sí, aquel fue el comienzo; posteriormente me compré una BSA. Veía yo a mis cuates. Quise saber qué se sentía. Le quité a la BSA los silenciadores plateados que venían por abajo, y que me meto al campo. Y me enganché.

BM: ¿Fue el agotamiento?

ASA: No, no se duerme uno; si uno va bien y se va medio durmiendo, la moto se mueve y lo despierta. Cuando me atendieron y me enyesaron, tuve la oportunidad de hablar con muchos viajeros. Por allá se da mucho este tipo de viajes, sobre todo de extranjeros, hay muchos europeos. Lo que me pasó se conoce como el Síndrome del viajero. Va uno en línea recta, el panorama es igual y eso es hipnótico. Es como mirar fijamente un péndulo, no es el cansancio, porque, por muy cansados que estuviéramos, con una bebida energizante, nos despabilábamos después de unos minutos, los sentidos estaban alertas al cien por ciento.

BM: ¿Las carreteras de Argentina son difíciles?

ASA: Los caminos de Argentina son muy primitivos, en gran parte son de terracería. La Ruta 40 tiene cuatro mil 900 kilómetros, data de 1935. Le llaman la “Ruta de la muerte”. La toman familias enteras en sus coches y de repente se salen de la carretera.

Tras el accidente me llevaron a una clínica de Maternidad; luego, en Río Gallegos, ingresé en un hospital de especialidades. Me acompañaron mis amigos, como Paco García. Los médicos me dijeron que tenían que operarme, que no podía esperar más de doce días. Pero yo dije: yo me voy a Perito Moreno, porque para allá sí hay carretera, voy a ver cómo está mi moto, o tomo un camión, y a ver cómo le hago. Encontré un negocio de renta de coches; decidí alquilar una camioneta para terminar mi viaje. Lo platiqué con el dueño, quien me dijo que no podía hacerlo, porque para ir a Tierra de Fuego, había que pasar por el Estrecho de Magallanes, que es territorio chileno.

Y que todo este trayecto no era recomendable hacerlo con un brazo enyesado. A final de cuentas me dieron un aventón hasta mi destino, con mi moto, porque yo quería llegar como fuera, hasta mi objetivo, con mi moto. Así me costó, pero lo conseguí. Cuando me dieron de alta del hospital, le llamé a mi mujer: le fui dosificando la información… Ella me decía: “¿Y qué más? ¿Y qué más?”… A la postre la convencí de que estaba bien. Cuando me encontré con mi esposa en el aeropuerto, ella no me reconocía.

BM: ¿Por qué?

ASA: Primero porque me había dejado la barba, segundo porque tenía doce kilos menos y estaba moreteado por todos lados. Le dije: “Mi hija, soy yo, moreteado, pero soy yo”. Empacamos las motos; llevé a mi mujer a conocer el glaciar Perito Moreno, en avión, las cataratas de Iguazú. Este tipo de accidentes son gajes del oficio.

BM: Y el próximo viaje, ¿a dónde va a ser?

El fin de semana me voy a Oaxaca, a Tuxtepec, a Tuxtla; el siguiente fin de semana, me voy en moto de doble propósito a la Sierra Norte. Ahora estoy muy abocado a BMW, pero en el campo uso KTM, porque fui representante durante muchos años de esta casa austriaca. En el campo he usado KTM y en doble propósito KTM y un poquito de BMW.

BM: La vida profesional ha estado unida también al motociclismo.

ASA: Sí, pero no ha sido fácil, porque en México no tenemos los volúmenes para que se puedan hacer negocios; se requiere mucha inversión simplemente para tener las tiendas; me duele mucho decirlo, pero en México no existe la lealtad, por veinte pesos menos el cliente cambia de agencia, aunque se le haya tratado muy bien. Esto incluye a los clubes, quieren una motocicleta de muy buen nivel, y andan peleando veinte pesos de descuento.

La senda hipnótica

BM: Platiquemos un poco más del viaje a Ushuaia

ASA: En Sudamérica, tras veinte mil kilómetros, cuando nos faltaban 800 kilómetros para terminar el viaje, sufrí un accidente. Sucedió en los desiertos de Argentina. Íbamos a través de una brecha de grava redonda, grande, que movía la moto. Íbamos siguiendo las huellas, las rodadas de los coches.

Pero nunca me habían advertido qué sucedía cuando se va por una recta, donde todo es igualito, todo parejo, y de repente se pierde el sentido.

Yo acababa de rebasar a una camioneta. Iba filmando a todos los amigos, así que arrancaba, me detenía y filmaba. Iba manejando parado para mantener un mayor control sobre la grava y durante la última toma, fue como si me hubieran apagado el interruptor.

Cuando desperté, estaba incorporándome del suelo, Los de la camioneta se acercaron para ver qué me había pasado. Nunca supe en qué momento sucedió el percance.

BM: ¿Y los demás?

ASA: Venían más lejos; yo, con la mañita de manejar en campo, me sentía más seguro sobre aquel terreno, iba como a 120 kilómetros por hora; ellos, habituados al manejo en carretera, venían con muchas precauciones, porque se les movía tremendamente la moto. Me auxiliaron. Me había roto el codo izquierdo y la nariz. Pero por lo demás estaba ileso. Lo que me salvó fue que llevaba puesta una chamarra protectora inflable y mi casco; el casco, al contacto con la grava, perdió la visera y fue recogiendo la grava como una pala. Así me rompí la nariz.

BM: ¿Fue el agotamiento?

ASA: No, no se duerme uno; si uno va bien y se va medio durmiendo, la moto se mueve y lo despierta. Cuando me atendieron y me enyesaron, tuve la oportunidad de hablar con muchos viajeros. Por allá se da mucho este tipo de viajes, sobre todo de extranjeros, hay muchos europeos. Lo que me pasó se conoce como el Síndrome del viajero. Va uno en línea recta, el panorama es igual y eso es hipnótico. Es como mirar fijamente un péndulo, no es el cansancio, porque, por muy cansados que estuviéramos, con una bebida energizante, nos despabilábamos después de unos minutos, los sentidos estaban alertas al cien por ciento.

BM: ¿Qué clase de cambios? ¿Legales?

ASA: Más que la ley, porque la ley no sé quién la respeta y quién no, siento que hace falta una campaña de respeto hacia el ciclista, hacia el motociclista y hacia el peatón. Desde ese momento, muchísima gente se subiría a la motocicleta. Porque ahorita es tabú subirse a una motocicleta. Hasta la misma familia se opone. No tiene el motociclista un espacio, tiene que hacer maniobras para ganarse un espacio entre la circulación.

Los países del primer mundo ponen orden, la motocicleta tiene su espacio. Se necesita educación vial y un examen riguroso para obtener la licencia.

BM: ¿Puede mencionar cinco motociclistas que hayan dejado huella?

ASA: Carlos Henkel, José Manuel Olmedo, Hernán Reyes, Paco García y Malcom Smith.

BM: ¿Cómo debe ser un grupo de motociclistas?

ASA: El compañero debe ser recio, amigo, con la confianza de que si se presenta un problema no nos dejará solos. En el camino los miembros de un grupo se vigilan mutuamente.

Antonio Sánchez Aldana Kassel, fue fundador de una dinastía de motociclistas, considera que hay mucho que hacer por este deporte, y que éste a su vez tiene mucho que ofrecerle a México.

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