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Elspeth Beard: La vuelta al mundo en solitario sin GPS

La historia de Elspeth Beard y de su increíble viaje alrededor del mundo, mueve a relacionarla con la temprana generación de precursoras del motociclismo y la aviación femenina; sin exagerar en lo más mínimo, Beard abrió caminos no sólo a las mujeres en el motociclismo, sino a toda aquella persona que emprende una travesía en solitario.

Hija de un matrimonio de médicos, siempre siguió sus propios impulsos y es actualmente una reconocida arquitecta que ha recibido múltiples premios por su trabajo profesional, y recientemente publicó su libro Lone Rider: The First British Woman to Motorcycle Around the World.

En 1982, cuando no existían el internet, los GPS, los teléfonos inteligentes, ni siquiera los equipajes aerodinámicos para motociclistas, la estudiante de 23 años emprendió un viaje alrededor del mundo. Sin más compañía que su veterana motocicleta BMW R60/6.

Elspeth Beard comparte con los lectores de Boxer Motors algunos momentos de su inverosímil aventura, que le costó sufrir accidentes, pasar una temporada en el hospital y conseguir trabajos para solventar sus gastos cuando estaba muy lejos de su tierra.

Vivió experiencias emotivas y emocionantes, pero también predicamentos y peligros. Su misma condición de mujer fue a veces un hándicap en su contra, y en otras ocasiones, fue un factor favorable.

Su reciente libro Lone Rider relata el primer viaje alrededor del mundo y demuestra que Beard es además una notable escritora, que mantiene a los lectores en vilo de principio a fin.

¿Cómo fue su infancia?

Elspeth Beard: Yo crecí en el centro de Londres con mi hermana mayor y mi hermano menor; mis dos padres eran médicos y trabajaban a tiempo completo.

Mirando hacia atrás, mi infancia fue bastante poco convencional; la vida familiar siempre fue muy feliz y armoniosa, pero nos dieron mucha libertad y nos abandonaron a nuestras propias fuerzas.

Mi padre era un famoso psiquiatra, muy excéntrico; no le importaba lo que la gente pensara de él y siempre vivía en su propio mundo. Con ambos padres trabajando a tiempo completo, a los diez años me enviaron a un internado particular. Ahí permanecí hasta que me expulsaron a los 16 años.

Como provenía de una familia pobre, la obsesión de mi padre por ahorrar dinero significaba que siempre reparaba y reparaba todo él mismo. Al aprender por sí mismo, con libros, las habilidades necesarias para ello, fue capaz de arreglar casi cualquier cosa. Al igual que él, yo era muy práctica y él me enseñó mucho, así que con su ayuda desarrollé una mentalidad similar y un enfoque en la vida de “yo puedo hacerlo”.

¿Cómo desarrolló el gusto por las motocicletas?

EB: La primera vez que monté una motocicleta tenía dieciséis años; compré una Yamaha YB100, simplemente como una forma económica y eficiente de recorrer Londres. Un año más tarde me actualicé con una Honda CB250N de la que pronto me aburrí, así que compré una BMW R60/6 de segunda mano. Fue esta moto la que me hizo darme cuenta por primera vez del potencial de viaje de una motocicleta: era un modelo de 1974, con aproximadamente 30,000 millas en el odómetro.

¿Quién es o ha sido su inspiración en la vida? ¿A quién admira Elspeth Beard?

EB: Realmente no puedo pensar en nadie ya que siempre he hecho lo mío. Supongo que admiro a las personas que alcanzan logros de resistencia, escalan montañas, caminan hacia el Polo Norte, surcan el Atlántico o intentan lo que sea que les apasione. Cualquier actividad en la que se empujen a ellos mismos hasta sus límites absolutos.

¿Cómo surgió la idea de emprender este viaje por el mundo en una motocicleta?

EB: Con mi BMW sentí que podía ir a cualquier parte. Me dio una inmensa sensación de libertad y durante los siguientes años viajé gradualmente más lejos; comencé con una gira por Escocia, luego por Irlanda y progresé a un viaje de dos meses por Europa en el verano de 1980. El siguiente verano convencí a mi hermano para que se reuniera conmigo en Los Ángeles, donde compramos una vieja BMW R75 / 5 y fuimos juntos a Detroit. Todos estos viajes aumentaron gradualmente mi confianza, no únicamente en viajar (en gran parte sola) sino también en mi capacidad para cuidar de mí y de mi motocicleta. La semilla había sido sembrada, pero fue una combinación de eventos en mi vida al año siguiente lo que me impulsó a apresurar la partida.

Las memorias de Elspeth Beard narran la sensación de libertad que experimentó en la BMW, así como el descubrimiento de lo bien que se sentía consigo misma; la gran motocicleta era además un vehículo que le llevaba hasta los castillos, iglesias y abadías. Se unían dos pasiones: la libertad y la arquitectura.

¿Cómo reaccionaron su familia y amigos ante la idea de que iba a viajar sola por el mundo?

EB: Mis padres mostraron poco o ningún entusiasmo en mi viaje; habiendo trabajado en Accidentes y Emergencias, mi madre odiaba las motos e hizo todo lo posible para detenerme. ¡Ella incluso amenazó con desheredarme! Pero la resistencia de mis padres sólo fortaleció mi resolución.

Para ser justa con mi madre, ella no comprendía nada que no fuera convencional y su aparente falta de interés era probablemente su manera de lidiar con mi viaje. Como cualquier buena madre, estaba preocupada por sus hijos y en su opinión mi vida había tomado un rumbo equivocado.

¿Cómo se definió su viaje, los lugares a visitar, por dónde empezaría, cuánto tiempo iba a durar?

EB: Como había viajado por los EUA el año previo, decidí enviar mi motocicleta a Nueva York. Viajé por EUA y Canadá, luego fui a Nueva Zelanda y Australia, donde trabajé durante ocho meses para ahorrar dinero y volver a casa. Recorrí Australia, Indonesia, Singapur, Malasia, Tailandia, La India, Nepal, Pakistán, Irán, Turquía, Grecia, Yugoslavia, Austria, Alemania, Bélgica, Holanda y el Reino Unido.

¿Puede contarnos acerca de su preparación para este viaje?

EB: Antes de irme, aprendí todo lo que pude sobre mi motocicleta. Compré un manual de Haynes y comencé a desmontar partes del motor para obtener una comprensión básica de cómo funcionaba todo. Mi motocicleta tenía ocho años entonces y ya había recorrido 45,000 millas (72,420.48 km). Reemplacé todos los cables, instalé una batería nueva, cambié todos los aceites y monté neumáticos nuevos. También quité las culatas para colocar una junta de base extra a fin de reducir la compresión.

Mi equipaje consistía en mis alforjas, una bolsa de depósito y una bolsa de nylon que acababa de atar en el asiento trasero. Con este equipaje llegué a Sídney, donde decidí que necesitaba algo más seguro. El equipaje de aluminio no existía en aquellos días, así que me puse a construir el mío. Las alforjas y la caja superior consistían en láminas de aluminio envueltas y remachadas con un ángulo del mismo metal; todas las juntas se sellaron con silicón para volver impermeable todo el conjunto. Eran livianas, con cerradura, fácilmente reparables y relativamente baratas… ¡perfectas!

En cuanto a mi equipo de montar, era bastante básico en comparación con los parámetros actuales. Tenía un casco Bell “domo’” antiguo [1973], mi chaqueta, botas Lewis de cuero y un par de pantalones de algodón engrasado Belstaff, vestía el mismo equipo para todo el viaje.

En su libro Lone Rider (Michael O’Mara Books Limited, Londres, 2017), Beard relata esta proeza que la convirtió en precursora de los actuales sistemas de equipaje para los viajes prolongados en motocicleta. Una fotografía muestra a la incansable londinense, herramientas en mano, mientras construye sus maletas de formas cuadrangulares tal vez completamente ajenas a la aerodinámica, pero sin duda sólidas y espaciosas. La sonrisa expresa que Elspeth Beard se divertía con esa laboriosa construcción.

Decidió comenzar su viaje en América. ¿Cuáles ciudades o puntos visitó en los Estados Unidos y Canadá? ¿Cómo estuvo su tiempo en el Continente Americano?

EB: Empecé en Nueva York y viajé al norte, hacia Canadá para visitar las Cataratas del Niágara, luego me desvié hacia el sur, a Nueva Orleans, a través de Texas, Nuevo México y Arizona, hacia Los Ángeles, en California.

Encontré a los Estados Unidos como un país de contrastes; en la costa Este me gritaban o se negaban a servirme porque yo era motorista y me consideraban un “problema”, hasta que me quité el casco y se dieron cuenta de que era una mujer. En otras partes del país conocí personas increíblemente amables que me recibieron en sus casas donde compartieron lo que tenían, por poco que fuera.

La respuesta de Elspeth Beard da una idea de lo que se puede hallar en un viaje de esta clase. Se dice que un viaje solitario en motocicleta es un camino para encontrarse consigo mismo, pero lo es también para encontrar a las otras personas.

¿Tuvo oportunidad de visitar México?

EB: No logré ver a México en mi gira por el mundo, hice un viaje de un día al otro lado de la frontera, pero realmente eso no cuenta. Sin embargo, viajé por México en 2003 cuando conocí a 23 motociclistas en todo el mundo.

¿Tenía un plan de emergencia en caso de posibles dificultades durante su viaje?

EB: No en realidad no, simplemente tomé cada país por turno y una vez que pasaba por él comenzaba a planificar el siguiente destino. Me resultó más fácil dividir el viaje en montones de piezas pequeñas en lugar de pensar en una imagen más amplia, ya que esto me habría asustado demasiado. Traté de no planificar con mucha anticipación ya que a menudo sucedían eventos inesperados, que significaban cambiar mis planes de todos modos. 

¿Cuándo y cómo aprendió a reparar su motocicleta?

EB: Me enseñé a arreglar mi motocicleta simplemente leyendo manuales y preguntándole a la gente si había algo que no entendía. Empaqué un manual de Haynes que llevé a todo el mundo. Antes de partir, saqué mi motocicleta para poder aprender sobre ella antes de irme, pero aprendí mucho durante el viaje.

¿Cómo vivió el proceso para escribir su libro? ¿Cuál fue su reacción para retomar todo lo que había atesorado de su viaje durante 30 años?

EB: Me llevó más de dos años escribir mi libro. Recibí ayuda de un escritor fantasma para armar el primer borrador del manuscrito. Pasó un año revisando todos mis diarios, cartas, fotos y cintas [puesto que yo solía enviar cintas de microcassette a casa de mis padres] reconstruyendo mi historia. Luego lo revisé al menos tres veces, reescribí secciones y las edité para convertirlas en mi voz. Leer mis diarios después de los 35 años fue muy extraño, casi como si estuviera leyendo algo que otra persona hubiera escrito.

Escribir el libro fue otra faena difícil, pero me ayudó a darle sentido a mi viaje y me hizo darme cuenta de lo que había ganado de la experiencia. El viaje cambió por completo mi vida y me convirtió en la persona que soy, me dio la confianza para enfrentar cualquier cosa que la vida pueda arrojarme sin ningún temor.

A partir del libro, ¿hay planes con Hollywood? ¿Le gustaría ver su historia contada en una película?

EB: No estoy segura, me siento un poco aprensiva sobre todo el asunto. Por supuesto, dependerá del productor y del equipo, pero sólo voy a ver cómo se desarrollan las cosas.

¿Qué mensaje le daría a todas las personas que comparten su pasión por viajar en motocicleta?

EB: Sólo sal y hazlo, nunca llegará el momento perfecto. Para mí, lo más difícil fue irme, pero una vez que estés en el camino y te des cuenta de la increíble experiencia que estás teniendo, todas tus preocupaciones y miedos desaparecerán. ¡Nunca lo lamentarás!

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