A los humanos nos gustan los retos aún más difíciles
Mi disciplina es salirme de mi zona de confort, mi disciplina es buscar la adrenalina, mi disciplina no es un solo deporte; por eso me gusta, sí, el Ironman, que son las tres pruebas con el alpinismo, con el paracaidismo, con el bonji jump, con el espeleobuceo.
Tengo todavía unos retos que no hemos tocado: quiero cruzar el Canal de la Macha, quiero correr en el Desierto del Sahara, quiero correr todos los maratones más difíciles del mudo, el de la Antártida, el de la Muralla China.
Así habla Luis Álvarez, quien llevó la bandera mexicana al Everest, impone récords, es Iroman, salta en paracaídas, viaja en motocicleta, dirige empresas, imparte conferencias, es filántropo y hombre de familia. ¿Cómo hace todo eso?
En esta entrevista, el triatleta revela algunas de sus tácticas, que no quiere guardar en secreto, sino compartirlas y así motivar a toda la gente que pueda para que encuentre su propio camino en el deporte, en todo lo que se proponga.
BM: ¿Por qué eligió un deporte tan exigente?
LA: Yo creo que mi pasión es el divertirme y estar fuera de mi zona de confort, estar disfrutando la adrenalina. Ahora, ¿por qué el Iroman? Yo creo que es muy fácil: yo soy un nadador promedio bueno, un ciclista promedio bueno y un muy mal corredor. Cuando juntas esas disciplinas, te conviertes en un muy buen triatleta. Entonces no soy nadador, no soy ciclista, no soy corredor, soy triatleta.
El promedio de eso me hizo ser bueno en un deporte que se compone de tres pruebas, pero es uno. El triatlón no son tres deportes, es un deporte, quien es bueno en los tres, se convierte en bueno para esa disciplina.
Si a mí me pones a nadar en un campeonato de máster o en un campeonato mundial, no llego en los primeros lugares, pero, en el Iroman sí. Y complicando más la fórmula, si a mí me pones a hacer un triatlón de cortas distancias, soy malo, o soy mediocre, pero, en cambio, en un triatlón, con las tres disciplinas, de larga distancia, me convierto en bueno.
Todavía no llego a los ultra Iroman, que son el doble o el triple, pero algún día lo quiero hacer. No sé si soy mejor o soy peor, todavía no lo sé porque no lo he hecho, pero me gustó el Iroman, porque es la disciplina en la que me volví bueno, siendo más o menos bueno en todas las demás. Debe ser el caso en general de todos los triatletas, alguien que es muy bueno, nadando o corriendo equilibra sus capacidades con las otras pruebas en las que no destaque tanto.
¡Exactamente! El primer lugar que sale del agua nunca ha ganado el Iroman de Kona. Tienen que ser buenos nadadores, porque si no los profesionales ya se les fueron todos. Tienes que haber sido nadador o saber nadar muy bien; las otras habilidades se pueden aprender, pero la natación no se puede aprender de grande.
Prácticamente, no se puede aprender. Pero lo ganan quienes son o muy buenos ciclistas o muy buenos corredores, pero que son muy parejos en las tres. Quien es solo muy bueno en una no hace el Iroman.
Por ejemplo, y lo quiero platicar con todo respeto, Germán Silva. Es uno de nuestros mejores maratonistas: ganó el Maratón de Nueva York, récord en México, dos horas, ocho, es olímpico…
¿Quién podría compararse con Germán Silva cuando él corre, no sé, el Maratón en dos ocho y yo lo corro en cuatro horas? Pero en Iroman le gané. ¡Le saqué como diez minutos! Claro, no domina, él nadó, es más o menos bueno para la bici y ahí se equilibraron las cosas, y le gané por poquito. Fue una de las medallas.
O Ricardo González, que es un extraordinario triatleta olímpico. Bueno, en el Iroman de Arizona, le gané. Entonces son las circunstancias, son las disciplinas.
Un hombre hiperactivo
La naturaleza impone retos para esta especialidad.
Yo creo que una de las características de un deportista y de un Iroman, es que nos decimos triple A, esto es hiperactivo. Y para los hiperactivos está difícil que nos metas en un cuarto a jugar Nintendo, y entre más complicada nos la pongas, más divertidos estamos.
En general, los triatletas y los Iroman no solo están aquí, también están en la montaña. No es raro ver a un Iroman, que está trepado en la montaña y está haciendo Iroman en verano y de repente se mete a ultradistancia a correr en un desierto. Somos gente de mucha actividad, que nos gusta conocer, somos gente inquieta.
Yo creo que no me iría al otro lado del mundo a correr “solo” un maratón, sin perderle el respeto al maratón, pero si me dicen del nuevo Iroman en China, ahí estoy, el nuevo Iroman en Uganda o en Nueva Zelanda… hay lugares donde definitivamente no hubiera ido, solo hubiese ido exclusivamente a competir en Iroman.
BM: ¿La rivalidad, los retos, separan a la gente?
LA: Voy a ir un poquito más allá: te voy a hablar primero del alpinismo. Hay una frase que se dice y no comulgo con ella: “fui a conquistar una montaña”. Ahí ya estás hablado de una rivalidad con la montaña, y yo creo que ese no es el caso, yo creo que te conquistas a ti mismo escalado una montaña, llegado a una cima. Tal vez el que va al Ajusco conquista porque tiene la mentalidad.
Pero cuando vas a una montaña seria rezas, le pides permiso, hacemos la Puya en el Himalaya, pides permiso a Chomolungma, le pides permiso de subir el Everest, no lo conquistas, te conquistas a ti, a ti mismo haciendo esa clase de cosas.
Y ahora sí lo extrapolo a las carreras. Normalmente, no vas a competir con los otros. Yo creo que los de élite, los primeros lugares, van a competir contra la medalla de oro, de plata y de bronce, y a partir del cuarto lugar todos somos perdedores, o a partir del segundo lugar, ya todos somos perdedores.
Yo creo que ahí vas por tus propios tiempos, tratas de superar lo que has logrado, te pones un reto y más en un Ironman que abarca hasta 17 horas. Siempre vas a querer ganarle a algo o a alguien, porque somos seres humanos y nos gusta la rivalidad, contra nosotros o contra todos, pero esto al final nos une. Definitivamente, si alguien te puede ayudar, dar un consejo, en general se hace, y más en el Triatlón, y en las carreras de aventuras. Entre mayor es la distancia, más dificultades, más peligros, yo creo que nos unimos más.
Yo me he quedado sin herramienta con una llanta pochada en medio de un Iroman. Se te poncha una vez, se te poncha dos veces, traes una cámara. ¿Qué haces? Me han pasado herramienta, me han dado tubulares. En Suiza se me rompió la cadena en el Heartbraker, y un cuate le quitó la cadena a su bici y se la puso a la mía para que pudiese terminar el Iroman, fue un espectador, no fue ni siquiera un competidor. Son historias muy bonitas, de cómo nos podemos unir y eso en la montaña es mucho.
BM: El espíritu deportivo, ¿sigue vigente entonces?
LA: Híjole, el espíritu deportivo tiene mucho que ver con lo limpio del juego, que para eso son las reglas. Yo creo que el espíritu deportivo es seguir las reglas, el espíritu deportivo es ser competitivo. Eso no tiene nada de malo, ser perfectamente competitivo y tratar de ganarle a algo. Pero ese espíritu deportivo, también lo tienes mucho en deportes en los que vas por un segundo o tercer lugar, donde hay medalla o premios. El espíritu deportivo en estas disciplinas como el alpinismo es ayudar, es respetar, es mantener limpia la montaña, eso es para mí el espíritu deportivo.
El espíritu deportivo depende de cada deporte. Yo creo que es algo de lo más problemático que tenemos. Me da pena a veces llegar al refugio en el Iztaccíhuatl, y encontrarme una cantidad de basura… hay gente que llega allá, pero la basura no se baja sola; si tiras un papel, recógelo, el tuyo y el que alguien más tiró. La gente cree que hay alguien que los va a bajar, y en la montaña no hay pepenadores, no hay gobierno, no hay servicios que vayan a limpiar los lugares que están cerca de cinco mil metros sobre el nivel del mar. Es una cuestión de cultura, de cultura deportiva y cultura nacional.
La motocicleta regala horas valiosas
BM: ¿Cuál es el papel del motociclismo en el quehacer de Luis Álvarez?
LA: Bueno, la primera pregunta que alguien me plantea cuando ve toda la cantidad de cosas que he hecho, es “¿Y cómo le haces?”
BM: ¿Cómo le haces? La fórmula no la tengo, el día que la encuentre me vuelvo millonario, que la pueda replicar.
LA: Sí soy una persona ocupada, que me sigo ocupando y que trato de delegar en lo que se puede y que le pongo atención a las cosas que me importan. Pero si me dices: “A ver, dime un secreto por el cual haces más cosas con menos”, es la motocicleta. Yo practico motocicleta desde que existían las micromotos, que tenían motor de podadora y cuyo acelerador era como el freno, ahora, habré tenido seis años, micromoto, Bambi Matic, Poni Matic, Carabela 100, la Coyote 125, después tuve una Suzuki 1,100. Todo el tiempo había tenido moto. La dejé cuando nació mi hijo. Dije, “la moto hasta aquí”.
Después, cuando me vine a vivir a la Ciudad de México, porque yo viví casi toda mi vida en Monterrey, el tráfico era de una, dos o tres horas al día, tres horas en las que no podía hacer nada. Era lo más frustrante para mí, y regresé a la motocicleta. La motocicleta me ha permitido hacer mucho más. ¿Quién te regala una o dos horas al día? ¿Cuánto pagarías para que tu día en vez de 24 fuera de 26 horas? Bueno, la motocicleta te permite, entre otras muchas cosas, eso. Es peligrosa, por supuesto, nadie lo va a negar, pero ser motociclista, te da tiempo y diversión.
Cuando vas en el coche, atorado en el tráfico, sin poderte mover y que estás parado veinte minutos, te acabas el hígado, el riñón, reniegas, llegas de mal humor… Y en la moto prácticamente nunca te quedas parado. Lo más que puede pasar es que te vas moviendo suavecito entre los coches, vas esquivando. Es como si llegaras a tu casa a jugar Nintendo. Te diviertes en la motocicleta, brincas un vado, te medio subes a una acera, pero llegas relajado. La motocicleta te quita la tensión cuando llegas a donde sea, te diviertes.
Para la gente que no lo conoce, cuando vas en un coche, en posición de manejo durante seis horas, es más cómodo ir en una motocicleta. La posición depende de la moto. En la Harley-Davidson vas casi totalmente acostado, con los pies arriba de los manubrios, te permite muchas cosas, entonces, soy un apasionado de la motocicleta. Les digo a mi hijo y a mi novia “vamos en el coche”, me contestan que no, “vámonos en moto”.
A veces no vas a Acapulco, no vas a Cuernavaca, porque te imaginas el regreso del domingo por la noche, y dices “¿cuatro horas?”. Tardas más tiempo de la caseta a tu casa que de Acapulco a la caseta. Dices no, ¿cuáles vacaciones? Entonces, te vas en moto y llegas mucho más rápido. La motocicleta la tengo desde hace muchos años, soy un apasionado.
Todavía no he llegado al momento en que pueda irme de paseos. Los fines de semana es cuando más puedo entrenar bicicleta. Mi bicicleta tiene más kilómetros que mi moto, porque los sábados son los días que entreno de dos a ocho horas. Tengo más idas a Cuernavaca en bicicleta que en moto.
Ya llegó un momento en la vida que quiero gozar un poco más la moto, en plan turismo, emprender viajes, que me llaman mucho la atención, y no los he practicado.
Gozo mucho cuando voy, pero todavía no llego a salir con los amigos, el hecho de disfrazarme de harlero, o de BMW, y dar un gran paseo con los amigos, debe de ser una experiencia muy enriquecedora, pero todavía no lo hago.
El compromiso social
BM: ¿Este quehacer les interesa a los jóvenes?
LA: Por supuesto, y es una de las actividades que promuevo; doy pláticas motivacionales, y siempre que termino una plática, la pregunta es “y cómo empiezo”. Les contesto: “Preguntando”. Esa es la forma en que comencé yo. Claro, no soy entrenador, no puedo promover eso, pero trato de establecer vínculos entre las personas interesadas y los entrenadores. Quiero crear una página donde la gente pueda empezar desde cero sin tener que estar pagando un entrenador.
Llevo 18 años organizando una salida el 24 de diciembre, a las ocho de la mañana nos reunimos en el abrevadero, subimos al Nevado de Toluca hasta la cumbre, hasta la Cruz del Marqués. Van desde niños de seis hasta señores de 65 años, es para principiantes. Creo que es gracias a esta experiencia como muchas personas se han interesado en el alpinismo.
BM:¿Cómo cambian las personas que no habían practicado el deporte en cuanto comienzan?
LA: Yo creo que se revitalizan. Siempre que alguien va a empezar a practicar un deporte serio, como un triatlón, una carrera de diez kilómetros, mi recomendación número uno es cómprese un pulsómetro, los hay desde mil 500 pesos en las tiendas departamentales.
Un pulsómetro es el equivalente a tener en tu moto o en tu coche, tacómetro, velocímetro o medidor de gasolina. Es la única forma de saber cómo estamos, para saber cuál es nuestro rango aeróbico. La fórmula es 180, menos tu edad. Si nunca has practicado ejercicio, le quitas cinco, si llevas más de un año practicando ejercicio, le puedes sumar cinco.
Un ejemplo, para una persona que tiene 40 años, 180 menos 40 es igual a 140. Si nunca ha practicado ejercicio, 135, o 5 más si ya practica bastante ejercicio, 145. Ese es su rango aeróbico. ¿Podrías dar más?, ¿sí, como los coches que traen hasta 14 mil rpm, pero lo vas a quemar, lo vas a desgastar? Si vas a 140, 145 vas a mantenerte sano, no solo entrenado. El deporte puede darte entrenamiento, pero quitarte salud.