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La ruta del calidoscopio Chiapas

La ruta del calidoscopio Chiapas

Por Ioram Albonik

Imaginen salir a las tres de mañana de la Ciudad de México, y estar antes del medio día, en Palenque, visitando sus ruinas. Pues es así como inició la travesía del scouting de Discovermoto, con él pudimos programar la salida de varios de motociclistas el pasado mes de septiembre y promover Chiapas.

Lo primero que hicimos al llegar fue dejar nuestro equipaje en un hotel, en el poblado de Palenque, y un poco más tarde, bañados y frescos, nos fuimos a las ruinas. Palenque es conocido, también, por ser el centro de astronomía de los mayas.

El poblado de Palenque es un lugar limpio y con personas amables. Me llama la atención los tropi-tacos y las tropi-pizzas, porque tienen servicio a toda hora. Ese día llevábamos recorridos al menos 900 kilómetros y ¡lo que nos faltaba!

Hacia Corozal

Al día siguiente visitamos las cascadas de Misol, a tan solo 20 kilómetros de Palenque. Posteriormente, continuamos nuestro camino a las cascadas de Agua Azul; lugar donde, a decir verdad, los ejidatarios se han encargado de arruinar el turismo. Después de una no tan grata visita, emprendimos nuestra retirada hacia Frontera Corozal y optamos por, no tomar los caminos normales y en un paradero dimos vuelta para llegar a “Egipto”, esa fue una de las primeras comunidades que pasamos.

Cuando menos nos dimos cuenta ya no habían postes de luz, el camino inició con una terracería controlada hasta encontrar puntos; donde si no lo pasas con una motocicleta doble propósito, pues simplemente no pasas.

Pasamos alrededor de 15 puentes, varios eran de soleras de acero en formas verticales y horizontales, pero los mejores eran unos puentes de tubos, los cuales debes de pasar si frenar, para evitar percances. En una de las comunidades de nombre “San Jerónimo” nos detuvimos a tomar un descanso, porque como bien sabemos, la hidratación debe de ser constante.

Los pobladores nos informaron que las personas “malas”, ya no andan por los caminos y eso nos tranquilizó ayudando a que pudiéramos descansar, porque no llevábamos ni la mitad del camino.

Esta parte de Chiapas era desconocida y bonita para mí, me agradaron los paisajes verdes en los que uno se sumerge y las montañas que te invitan a que las subas sin importar su dificultad. Más adelante nos detuvimos en un paraje, porque nos topamos con un valle donde uno de los árboles, medía casi el triple de un árbol normal.

Habíamos llegado a la selva Lacandona. No sé como redactar que estando en el lugar uno voltea a cualquier parte y todo es verde, verde en todas sus tonalidades; verde es lo que uno ver a corta distancia y en el horizonte. Ya saliendo a un camino secundario, pero pavimentado, pudimos estar más tranquilos, pero en una curva encontramos terracería y enseguida partes de la camino derrumbado con un gran hoyo que afortunadamente pudimos librar y terminar de recorrer.

Se hizo de noche y llegamos a la carretera federal, de inmediato tomamos la desviación a Frontera Corozal con 15 kilómetros de terracería y así llegamos al hotel Escudo Jaguar. Todo esto sumaba a nuestro recorrido menos de 300 kilómetros, en los que 200 fueron de pura terracería.

Ya en la mañana, gracias a las alarmas nos despertamos, en Escudo Jaguar es donde se toman las embarcaciones marítimas para llegar a Yaxchilán. Así que a las ocho ya estábamos vestidos y dispuestos a embarcarnos, nos tomó unos 30 minutos atravesar el río Usumacinta para llegar al lugar que está enclavado en la selva.

Todo el sitio es arqueológico, uno lo puede ver desde dentro, ya que desde fuera se ve sólo verde. En el lugar hay muchos monos aulladores, los cuales hacen un sonido particular, para comunicarse con su manada. El lugar está tomado por la selva y está lleno de caminos, pero no tienes nada de que preocuparte porque todos te llevan a una misma salida. El recorrido en la zona arqueológica fue de aproximadamente 2 horas y después 45 minutos, del lugar donde habíamos dejado la moto.

Al salir de Frontera Corozal tomamos la carretera con destino a Benemérito de las Américas y encontramos, finalmente, dos gasolineras; en todo el camino desde Palenque no hay gasolineras; sin embargo, en las tiendas de abarrotes que hay en el camino puedes encontrar venta de gasolina.

A los 5 kilómetros saliendo de la población encontramos un camino secundario, en el cual decidimos tomar y al ver los señalamientos nos dimos cuenta de que estábamos en uno de los primeros caminos de Chiapas. Nuevamente, volvimos a pasar por algunas comunidades y encontramos un camino lleno de curvas y rancherías. Nos detuvimos en la localidad de “Guacamayas” para tomar bebidas y seguir nuestro camino.

Esta parte del camino fue de los mejores momentos por la combinación de curvas, buen pavimento, el atardecer, los campos verdes y las montañas que pasamos.

El Paradisiaco Las Nubes

Nos desviamos en Jerusalén y 10 kilómetros adelante llegamos a la población de “Las Nubes” y rentamos un cuarto en una casa, el dueño es Don Jacobo, quien nos platicó sobre la historia de la zona. Antes de irnos a dormir caminamos las dos cuadras del poblado y encontramos una señora que nos hizo unas quesadillas para cenar. Nos comentaron que la venta de cerveza en este lugar es prohibido, porque todos los lugareños se pusieron de acuerdo para evitar las contrariedades que deja el emborracharse.

Conviviendo con los niños de la casa nos enseñaron una de las “Chicharras Apocalípticas” (así les pusimos nosotros) y son unos insectos que hacen unos ruidos extraños, no son fáciles de ver, pero los niños nos llevaron unos para poderlos contemplarlos y ¡vaya que son grandes! Vale la pena explorar estos otros 200 kilómetros de camino en Chiapas.

En la mañana caminamos al centro eco turístico, “Las Nubes” y uno deja a un lado todo el verde que tiene en la mira para transformarlo en azul turquesa, pues es el color que matiza todo el lugar, entre cascadas, ríos, y fosas donde uno puede nadar, “Las Nubes”, es uno de los lugares que más nos gustó y donde sólo cobran 20 pesos la entrada.

Caminamos por el área, entre las rocas y como niños exploradores conocimos varios sitios de cascadas, hasta que encontramos una fosa tranquila y con poca corriente que nos invitó a darnos un chapuzón. El agua esa completamente transparente y muy bebible, la temperatura contrastaba un poco con el calor del sitio.

Ya antes de partir pasamos por un puente colgante y seguimos las indicaciones a un anuncio que decía “túnel”, caminamos varios metros entre subidas y bajadas esperando un túnel donde uno puede atravesar, pero la sorpresa es que llegas hasta donde pasa el río y que con los años formó un agujero en unas paredes, es decir un túnel de natural y me es difícil explicarlo, pero es maravilloso verlo. La cantidad de agua en esa tonalidad azul, nunca la había visto en ninguna parte.

Así de maravillados nos regresamos a la vivienda donde dormimos para cambiarnos y tomar la moto. El clima y la vegetación cambian radicalmente en este sector, ya que después de andar en los 300 metros sobre el nivel del agua subimos a los 1,500. Curvas muy bien tazadas y algunas un poco cerradas, el pavimento está en buenas condiciones y punto. Y así llegamos a donde inician la zona de las lagunas y entramos una población de nombre Tziscao para admirar la laguna, por la noche al regreso a nuestra cabaña encontramos todo el camino iluminado por luciérnagas, miles de ellas alumbraban el camino.

A tan solo 2 kilómetros del lugar pasamos a la laguna internacional que es una laguna que se divide por unas boyas en parte de México y la otra parte en territorio guatemalteco. Uno encuentra artesanías de ambos países, que envuelven el lugar en una convivencia sana y sin conflictos.

Al tomar nuevamente la carretera nos dirigimos más al norte para visitar algunas lagunas más que encontramos y no podían faltar las majestuosas Lagunas de Montebello, que es un conjunto de varias lagunas en una superficie cercana a las 6 mil hectáreas y en diciembre de 1959 fue declarado parque nacional para su conservación.

Cada una de estas lagunas tiene un color que las caracteriza, con muchas tonalidades de colores y dimensiones. Después de tanta laguna le dimos al camino para llegar a Comitán, que antes era un simple pueblo, pero hoy en día ya se le puede considerar una ciudad, la población que en seis años se duplicó y ya se ve un torrente grande de vehículos y personas por las calles.

La Mística de San Cristóbal

Desde el punto de las lagunas de Montebello hasta San Cristóbal de las Casas la carretera sí tiene una cantidad de topes considerables, resaltan dos topes que están al entrar y salir de una curva cerca de Teopisca.

Al llegar a San Cristóbal de las Casas cruzamos el sitio para ir directamente a San Juan Chamula, que es un municipio que está a pocos minutos. Para empezar, no puedes tomar fotografías en la iglesia, ya que ellos utilizan el lugar para hacer limpias y dentro está lleno de velas. Varios santos que están en las paredes tienen un espejo, para depositar las malas energías que las personas dejan en ellos. Saliendo del lugar pasamos a Zinacantán, que es otro poblado cercano y se caracteriza por ser una zona textilera, y las mujeres que hay en el sitio se visten de color morado.

Ya en San Cristóbal de las Casas dejamos las cosas en un hostal que invitamos a que visiten de nombre “Rossco” y está a tan solo unas cuadras del centro. Los andadores son magníficos y muchos te invitan a disfrutar sus platillos o sus bebidas. La bebida de los mayas se llama “Pox” y hay un establecimiento que vende este licor.

También uno no puede dejar de pasar al Cocoliche que hacen representaciones de varias épocas y un lugar donde uno siempre sale bien es la Viña de Bacco, que con cada copa le dan a uno una tapa gratis. Así fue como uno pasa la noche aquí, visitando sus lugares y disfrutando el ambiente internacional que hay en toda la zona. Turistas de todo el mundo en todas las estaciones del año vienen a este maravilloso lugar.

A las nueve horas de haber emprendido el viaje a la ciudad de México, llegamos. ¡Qué bonito es México!

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