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Alicia Sornosa: La vuelta al mundo

Alicia Sornosa, La vuelta al mundo

“Viajar es una droga para el alma”

Darle la vuelta al mundo es en la actualidad un desafío tan extenuante y tan lleno de imprevistos como en la época en que Julio Verne escribió su famosa novela, especialmente cuando el reto es lograrlo en motocicleta.

La entusiasta madrileña Alicia Sornosa va en estos momentos en camino a culminar la proeza, que le ha significado un caudal de experiencias, aventuras y satisfacciones, que luego comparte con los cibernautas.

Es la primera española en darle la vuelta a la Tierra. Ya tuvimos la oportunidad de conocerla a su paso por México, hacia el sur de América.

En la primera etapa de su viaje alrededor del planeta formó parte del equipo de “Un Millón de Piedras” en su tributo a los exploradores hispanos que en otros siglos se aventuraron a recorrer el mundo, bautizado como la “Ruta de los Exploradores Españoles Olvidados”, la REO. El nombre se le debe al escritor y motociclista Miquel Silvestre, con quien Alicia recorrió parte de Europa y África hasta la India.

A lo largo de su recorrido, Alicia Sornosa ha cumplido varias metas personales, como unir simbólicamente, a través de sus llantas, el Océano Antártico y el Glacial Ártico.

“Viajar es una droga para el alma”, asevera Alicia, tras haber rodado por cinco continentes, a costa de dos mil litros de gasolina, a través de 50 mil kilómetros.

Una “fragata” de dos ruedas

Alicia Sornosa es una periodista especializada en el mundo del motor. En las publicaciones como En moto, Autoaventura 4×4 y El Heraldo de Aragón, Alicia publicaba sus reseñas sobre las pruebas que llevaba a cabo con los coches y motocicletas.

Desde que se embarcó en la mayor aventura de su vida, cada mes, desde el punto del globo en que se encuentre, manda sus crónicas, a la vez que alimenta su blog, muy visitado.

La prensa de la península le ha dedicado entrevistas y reportajes, que dan cuenta de lo arduo que ha sido el recorrido, y del orgullo que sienten los españoles por su exploradora.

Las reseñas de Alicia Sornosa constituyen un colorido testimonio de cómo es el mundo en este comienzo del siglo XXI. Cada nuevo episodio se queda, como es lógico, en “Continuará”, como en las clásicas series de aventuras.

A esta viajera madrileña la vocación por el motorismo le viene de herencia: su padre era piloto en las carreras automovilísticas y ella había ya recorrido una parte de Marruecos compitiendo en pruebas de orientación en 4×4.

Mujer decidida y entusiasta, Alicia no dudó en vender su departamento para adquirir su motocicleta con la que, sin saberlo en ese momento, realizaría este viaje.

Conoció a Miquel Silvestre en un curso de off road impartido por BMW; él le obsequió su libro Un millón de piedras, donde el aventurero relata su recorrido en motocicleta por el África. Silvestre plasma en sus páginas un territorio agreste, surcado por caminos precarios, entre peligros y carencias, con pueblos que se esfuerzan para vivir bajo condiciones agobiantes.

Un viaje lleno de asperezas y riesgos. No faltan las gavillas que acechan a los viajeros, pero tampoco la salvadora hospitalidad de los nativos. La obra rebasa los propósitos de un relato de viajes; es una reseña de la realidad que prevalece en aquel continente. “Es el libro sobre África que hubiera escrito Humphrey Bogart”, comenta en su reseña Gonzalo Ugidos, crítico literario español.

Aquel relato, lejos de arredrar a Alicia Sornosa, le entusiasmó. Quizás porque en él la gente es mucho más hospitalaria que los territorios. La periodista se resolvió a prepararse para acompañar al escritor en su nueva aventura: una vuelta al mundo a manera de gran tributo para los exploradores españoles del pasado, muchos de ellos ausentes ya de la memoria contemporánea.

Lo mismo les sucedió a otros audaces, “¿Quién se acuerda del capitán Scott?” dice la canción de Mecano sobre aquel comandante inglés que perdió la carrera al Polo Sur con el noruego Amundsen. De ahí el título de la expedición: la “Ruta de los Exploradores Olvidados”.

Alicia Sornosa partió junto a Miquel Silvestre desde la estatua del Oso y el Madroño, en la Plaza del Sol de Madrid, el 8 de septiembre de 2011. El nombre de la motocicleta del escritor, es “Atrevida”, una BMW 1200 GS; la de Alicia se llama “Descubierta”, es una BMW F 650 GS.

Las bautizaron así en recuerdo de las fragatas del explorador toscano Alejandro Malaspina y de su amigo José de Bustamante y Guerra, quienes en 1789 zarparon de Cádiz, para emprender su histórica expedición al servicio de la corona española. Alicia y Silvestre no tienen patrocinios reales, pero sí de la iniciativa privada. Con su aventura se producirá una serie documental.

La Expedición Malaspina recorrió las posesiones del Imperio donde no se ponía el Sol, en el Atlántico y en el Pacífico. El propio Silvestre, el día de la partida, explicó que la REO iba a tratar de seguir, por tierra, en unas “fragatas” mucho más pequeñas que las de Malaspina.

De Europa al África

Los incontables videos de Alicia Sornosa parecen provenir de mil vidas, así de asombrosa es la variedad de paisajes, pueblos, indumentarias, costumbres, casas, climas, floras y faunas. A bordo de la “Descubierta”, pasa del desierto a la sabana africana; de las antiquísimas ciudades de la India, a la “Ruta 66” con sus vestigios de la cultura popular estadounidense de los años cincuenta. Aparece junto a los hospitalarios Masáis y rodeada de los apresurados neoyorquinos; en las cercanías de una manada de jirafas y haciendo migas con un canguro.

“Estamos a 37 grados”, nos informa Alicia en mitad de algún desierto, y en otra escena controla su máquina sobre una autopista empapada.

En Formigal, provincia de Huesca, Alicia y Miquel partían desde las “BMW Riders 2011”, en un fin de semana dedicado a la cultura del motociclismo de la marca alemana. Una manera simbólica de empezar el viaje.

Desde la capital de Cataluña, pilotos y motocicletas se embarcaron en el buque “Barcelona” hacia Italia, donde Alicia entrevistó a la comisaria de la nave, cuyo personal supera el centenar de tripulantes.

De la ciudad eterna, Roma, los viajeros llegaron a Salerno, en Campania, para abordar el carguero que tras cinco días de navegación los llevó hasta Alejandría, Egipto. Para Alicia esta fue su primera prueba real del viaje, con su moto cargada tuvo que empezar a acostumbrarse al peso y manejo por las rotas carreteras, muchas veces inexistentes, del país egipcio.

Como ella misma nos cuenta “No era capaz ni de girar la cabeza, iba totalmente en tensión sobre la ‘Descubierta’, Egipto fue mi escuela de off road, un pequeño aperitivo de lo que me esperaba en África.”

El infierno

Para los mexicanos, el nombre “Moyale Higway” puede evocar las envidiables autopistas de nuestro vecino del norte; nada más lejos de la realidad. La “Moyale Higway”, de Kenia se ha calificado como “la peor carretera del mundo”, es una pista de más de 400 km que une la frontera de Etiopía con la capital del país keniata, Nairobi.

En el camino, Alicia Sornosa lo comprobó con creces. Más que a un camino se asemeja a una pista de enduro y de las peores: terracerías, tramos que se desmoronan, baches insólitos, hondonadas, cráteres. Hay surcos tan profundos que le dan a la carretera la apariencia del lecho de un río. Un trayecto de setenta kilómetros demanda siete horas.

Tras una primera caída sin consecuencias y tras tres días de camino, Alicia se topó con una roca alevosamente escondida que la derribó de nueva cuenta; la viajera pudo levantarse, pero la “Descubierta” quedó seriamente averiada. Hubo que esperar ayuda para llevar a la 650 al especialista.

Alicia no ocultó su agotamiento y calificó aquel camino como “el infierno”. A un lado transitaban los rebaños de dromedarios que no hacían caso de los camiones volcados. Desde Nairobi, Kenia a Bombay, la “Descubierta” viajó dentro de un sólido embalaje de madera, que se tuvo que construir a la medida. Según sus palabras, “Es uno de los trámites más pesados para enviar la motocicleta de un lado a otro, buscar el embalaje, hacerlo ligero para que el coste del billete sea menor, desmontar y luego montar la rueda delantera, el manillar y la cúpula, es un trabajo duro.”

Desde Kenia, los integrantes de la REO volaron a Bombay. En plena India, los aventureros ibéricos se hallaron con una ciudad de arquitectura tan lusitana como Lisboa misma. Se trataba de Old Goa, donde San Francisco Javier realizó una titánica labor misionera. Ahí se levanta la iglesia del Buen Jesús, que a cualquier mexicano le parecerá tan familiar como los templos virreinales de la capital. En ella descansan los restos del misionero.

Cruzaron la India de costa a costa hasta Madrás (ahora lamado Chennai). Ahí, explica la propia Alicia, “abandoné la Ruta de los Exploradores Españoles Olvidados, para seguir con la mía propia”. Se trató de una decisión que tomaron de común acuerdo.

Alicia se dirigió a Australia, ya que necesitaba experimentar el viaje en solitario. Muchos miles de kilómetros después, en Alaska, ambos se reunieron de nueva cuenta para marchar hacia Vadés (Valdez), donde terminaría la REO al llegar hasta el lugar con el topónimo español más al norte del planeta.

Para trasladar a la “Descubierta” desde Chennai, en la India, hasta Melbourne, Australia, hubo que volver a embalarla cuidadosamente en una caja de madera construida a la medida. Para esa segunda travesía, la propia Alicia desmontó parcialmente su máquina. Pero antes de la partida “Descubierta” fue sometida a una revisión en la Central de Carga Marítima de esta ciudad, donde los inspectores abrieron todas las cajas, examinaron las medicinas y los bolsillos de la chamarra en busca de drogas, ante la no tan paciente mirada de Alicia.

Una vez en el Quinto Continente, Alicia se halló con que no llegaba la “Descubierta”. En Sídney le prestaron una Ducati Monster; en ella recorrió la vía Pacific Highway hasta Brisbane.

Por fin, en Melbourne, Alicia recuperó su 650. Nadie le ayudó a sacarla del embalaje, eso sí, le proporcionaron un martillo que parecía decirle “hágalo usted misma”. Venturosa e inesperadamente, un camionero eritreo llamado Akelilu, le prestó ayuda como todo un caballero.

Ya en su fragata de dos ruedas, Alicia Sornosa recorrió la famosa autopista Great Ocean Road. “Una de las carreteras más bonitas del mundo para ir en moto”. Una nueva crisis se le presentó cuando advirtió que en un alojamiento le habían robado sus tarjetas; de nueva cuenta la solidaridad entre motociclistas la rescató: una pareja de la región le había dejado su teléfono para lo que se le ofreciera. Los llamó y le brindaron su hospitalidad mientras se aclaraba el problema.

Tasmania y América

Tasmania, 240 km al sur de Australia, fue el siguiente destino de la solitaria viajera. En el parque natural Cradle Mountain, Alicia se adentró en un mundo salvaje casi intacto, entre lagos, bosques y un aire purísimo.

Como lo había augurado al comienzo de su viaje, estaba muy lejos de los embotellamientos, las prisas y las tensiones de las urbes modernas.

Después de decenas de miles de kilómetros, Alicia se dirigió al Nuevo Mundo; desde Los Ángeles hasta Seattle, de Vancouver a Alaska, desde allí al Polo Norte para bajar a Calgary y desde allí a la Gran Manzana. Su crónica desde Nueva York afirma: “Han pasado muchas cosas, tantas que soy incapaz de describirlas”.

Alaska, el Canadá, el reencuentro con Miquel, y otros españoles y su trayecto hacia el Círculo Polar Ártico merecerían todo un libro. Llegaron hasta Inuvik, a descansar. Miquel Silvestre elogió los grandes progresos de Alicia en el manejo a campo traviesa. Después la española se dirigió a Nueva York, desde donde la reclamaron para regresar en un viaje relámpago a Formigal, provincia de Huesca, para asistir como conferenciante en las “BMW Riders 2012”, el fin de semana dedicado a la cultura del motociclismo de la marca alemana.

Ahí mismo, Gustavo Cuervo, un reconocido aventurero motociclista español, junto con otros como Ted Simon o Emilio Escotto, entregaron una placa a Alicia por el valor demostrado en su travesía, así como reconocimientos por parte de los motociclistas de aventura internacionales a su hazaña, como un vídeo enviado desde Namibia por su amigo y viajero español Charly “Sinewan”  por Charlie Boorman.

Tras pasar por Saint Petersburg, en la afrancesada Nueva Orleans, Alicia se encontró con dos BMW 1200 GS, que tripulaban dos mexicanos del club BMW de Querétaro provenientes de Alaska. ¡Por fin podía hablar en español! Cuando esto le sucede a un viajero hispanoparlante, siente que en el fondo somos parte de la misma familia.

En México, Alicia se ha sentido de nuevo como en su casa; su aparición en el acto de estreno de Rodando x México, el 17 de octubre en München Motors Santa Fe, fue uno de los momentos culminantes de la noche.

Ahora, Alicia Sornosa se dirige hacia la Patagonia. Quien ha seguido sus aventuras queda atrapado y quiere mantenerse al tanto de su trayecto.

En el sitio twenergy.com/medio-ambiente-curiosidades/alicia-sornosa pueden verse numerosos videos, al igual que en su blog personal, www.aliciasornosa.com o en su canal de YouTube: aliciasorno.

Así, Alicia Sornosa, una madrileña entusiasta de los viajes y las culturas, terminará en febrero esta parte de su viaje, será ya la primera mujer hispanohablante en dar la vuelta al mundo en su propia moto. A manará de “hasta la vista”, la viajera expresa:

“No voy a poder dejar de viajar, esto es el principio de muchos kilómetros más”

Por: Amael Vizzuett

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