BOXER MOTORS
Search
Close this search box.

Luis Mercado: Creatividad E Iniciativa Aplicadas al Motociclismo

Que no sepa dónde estoy no quiere decir que estoy perdido: el problema es no saber a dónde voy

Creatividad e Iniciativa Aplicadas al Motociclismo

Que no sepa dónde estoy no quiere decir que estoy perdido: el problema es no saber a dónde voy”, reflexionaba Luis Mercado, uno de los precursores en la organización de viajes en motocicleta en México.

Diseñador Industrial de profesión, aplicaba las posibilidades del Internet para impulsar esta actividad, cada vez mejor comprendida. En esta entrevista compartió con los lectores de Boxer Motors sus experiencias.

Boxer Motors: ¿Cómo descubriste tu atracción hacia el motociclismo?

Luis Mercado: En mi casa estaban prohibidísimas las motos, porque a mi papá le habían gustado las motocicletas y varios de sus amigos habían sufrido accidentes. Así que me dijo: “En cuatro ruedas, lo que quieras, pero motocicletas ¡ni loco!”. Y como ya se sabe que lo primero que a uno le prohíben, es lo primero que quiere hacer: me compré mi primera moto a los 18 años, cuando ya podía hacer mis propias cosas… ¡Y resultó un desastre! Había comprado una máquina hecha pedazos, que se descomponía a cada rato.

BM: ¿Qué moto era aquella?

LM: Era una Honda Interceptor 500, era un desastre: con cuatro cilindros, cuatro carburadores… Me costó como ocho mil pesos ¡Un desastre! De a tiro por viaje se descomponía. No sé cómo no me sucedió un accidente en aquella moto. Después, entre tanto, ir y venir entre México y los Estados Unidos, es raro que una máquina me dure más de un año: las compro y luego me tengo que deshacer de ellas y me vuelvo a ir; me compro otra cuando llego…

A mí en realidad las motocicletas me empezaron a gustar mucho porque yo practicaba el campismo. Me iba a acampar caminando, y cuando empezaron a salir las bicicletas de montaña, me parecieron una maravilla, me dije que ya podía llegar más lejos… hasta que me di cuenta de que les pusieron motor. ¡Bici con motor!

Nunca me volví a subir a una bicicleta, y al mismo tiempo, en 1982, fue cuando se perdió el hijo de Margaret Thatcher, en el rallye París-Dakar: en mi casa leían el Hola, donde se publicó un reportaje sobre el París-Dakar y sobre cómo se había extraviado Mark Thatcher. Yo lo que veía eran las fotos del desierto, de las motos y los coches. ¡Me enamoré!

Desde siempre lo que yo usaba para viajar era la moto, no para circular en las ciudades, sino para viajar me gustaba usarla para ir de campamento, me empezaba a interesar la especialidad de campo traviesa, con máquinas de doble propósito.

BM: ¿En qué época?

LM: La primera me la compré en el 90. En aquella época no existía el concepto de doble propósito: o le daba uno a la carretera, o le daba uno al enduro. La única motocicleta de doble propósito era la KLR… y la GS, que era un sueño.

BM: A México no llegaban…

LM: Había muy, muy poquitas. Tengo memoria de haber visto algunas GS en Tlalpan… Y el ingeniero Rowold, en su taller que estaba muy cerca de mi casa, en Insurgentes, de pronto tenía algunas motos. Pero era algo casi oculto. A la postre, me seguí metiendo en el excursionismo.

Comencé a practicar descenso de ríos; en esa actividad conocí a Alejandro Echeagaray, director de Motorrad era muy amigo de un vecino. De hecho, Alejandro me vendió una moto KLR-Tengai con muchas facilidades. Y empecé a interesarme por emprender viajes, por lo que Alejandro me presentó a Enrique Bellato quien estaba de gerente de motocicletas en Bavaria, le manifesté mi interés por organizar viajes.

BM: ¿A qué se debió este interés?

LM: Porque después de realizar un viaje que me había parecido increíble, padrísimo, me parecía una tragedia que solamente yo hubiera visto esos paisajes, que nadie más los conociera. Empecé a negociar con Bellato para organizar viajes para los clientes de BMW, porque ya había salido la F 650 GS Dakar. BMW era, por lo tanto, una de las contadas marcas que tenía motos de doble propósito.

Y es que en carretera todo el mundo se organiza: se toma un mapa, se hacen las reservaciones en un hotel, ya se sabe a dónde se va, se tiene cómo llegar y no hay ningún problema. Pero ya cuando hay que meterse en la tierra, hay que saberse el camino.

BM: ¿Qué sucedió luego?

LM: En los últimos viajes iba yo, que era el guía, con el GPS; un cuate que me ayudaba para cubrir la retaguardia, que generalmente era Arturo, y una camioneta de apoyo con un chofer. Y en los recorridos cortitos, la camioneta de apoyo ni siquiera llevaba chofer: la dejábamos estacionada por allí cerca de la ruta. El costo se redujo a unos 600 pesos, o mil 200, depende de lo que se ofrecía.

Si se le dice al interesado: “Te voy a cobrar tres mil 500 pesos, pero te voy a dar de comer, te voy a dar bla-bla-bla…” no se va a apuntar. Preferimos decirles: “Mira, te voy a cobrar muy barato, pero bájale a tus expectativas. ¡Esto se llama turismo de aventura! ¡Échame la manita!”

En tal caso, mejor que se inscriban en un crucero, que les cuesta diez mil dólares, y entonces si se puede exigir mucho más. Esto ha madurado, aunque todavía no está armado del todo.

Seguimos organizando esos viajes, y cada vez empezamos a reducir más la operación, porque los viajes eran carísimos. Luego yo me fui a vivir fuera de México, dejé por la paz eso de los viajes. Los seguí emprendiendo ya solamente con mis amigos. Pero ahora que regresé a México, ya cambió todo el escenario.

Ahora hay cientos de motos de doble propósito, ya no hay ningún problema, la gente está mucho más enterada sobre la materia, pero sigue sin conocer muchos caminos. Al mismo tiempo, el GPS se convirtió ya en un equipo de rigor. Ahora es normal levantar ruta para transferir datos de GPS a GPS.

La sorpresa que me he llevado es que cambió el juego de cómo se organizan los viajes: ya no hay que ser tan específico en el levantamiento de las rutas, ya la gente prefiere que el costo sea más económico, a llevar vehículo de apoyo paramédico…

En los últimos viajes que he realizado, el vehículo de apoyo ni siquiera nos sigue: sabemos que está cerca la camioneta, por si hay algún desperfecto, por si hay que cargar con una moto averiada. Los viajes que antes eran tan, tan organizados, ahora se han reducido a salidas de fin de semana, mucho más padres, y además ya hay mucha más gente realizando viajes.

A mí lo que me pasa es que yo trazo la ruta, los participantes se llevan su GPS, levantan la ruta, y para la siguiente vez se van ellos por su cuenta con sus amigos. No es bueno para el negocio, pero es bueno para la actividad. El negocio ha cambiado.

Por: Amael Vizzuett

Scroll to Top