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MELISSA ARNOT: EL ÚNICO RIESGO ES NO VIVIR

MELISSA ARNOT: EL ÚNICO RIESGO ES NO VIVIR

La montañista estadounidense Melissa Arnot no solamente se ha ganado un gran reconocimiento en lo deportivo por conquistar las cumbres más difíciles: también ha obtenido la admiración de las organizaciones humanitarias por su labor de apoyo a los enfermos de VIH/SIDA en el África. Se trata además de una especialista en medicina de expedición. En esta entrevista, nos habla de sus comienzos, sus motivaciones y su visión de la vida.

Boxer Motors: Por favor, cuéntenos cómo fueron sus comienzos en la práctica del montañismo

Melissa Arnot: comencé a escalar cuando tenía 18 años. Acababa de terminar el bachillerato y tenía un amigo montañista. Traté de aprender acerca de ese deporte, así que empecé a salir de excursión y luego comencé a practicar el alpinismo con él. Al instante supe que en aquella actividad había algo que yo amaba. Algo en lo que podía impulsarme por mí misma, y hacerlo conforme a mi propio ritmo.

BM: ¿Montana es un buen sitio para el principiante?

MA: Empecé a escalar en Montana, donde yo crecí. Allí hay una variedad increíble de ascensiones para cada tipo de montañista. Cuando comenzaba, sólo practicaba el excursionismo, nada técnico. En cuanto empecé a aprender más, las oportunidades para ascender en la roca y en el hielo se volvieron innumerables.

BM: ¿Ha vivido alguna experiencia particularmente importante en sus cursos de Medicina de Expediciones (wilderness medicine?

MA: El mismo año en que aprendí a escalar, estaba en el Glacier National Park (entre Montana, EUA y Alberta, Canadá) y allí ocurrió un accidente: un montañista sufrió contusiones a causa de un deslave. Se puso en camino un enorme grupo de salvamento, y cuando yo vi todo eso, comprendí que aquella era una labor en la que me interesaba ayudar. De inmediato recibí la capacitación en medicina de emergencias y en medicina de expediciones. Empecé a trabajar en una ambulancia en cuanto pude.

Enseñar era un avance natural para mí, que me ayudaba a mantenerme en la plenitud de todos mis conocimientos y destrezas; además, me resulta inspirador ver cuánta gente se interesa en una actividad tan importante para mí.

BM: Por favor, platíquenos acerca de sus comienzos como guía profesional de montañismo. ¿Hubo algo que fomentara este quehacer?

MA: Cuando apenas comenzaba a escalar, tenía un amigo que enseñaba medicina de expedición, él era además guía
de montañismo. En verdad él me enseñó que ser guía es exactamente igual que practicar la medicina de expedición.
Esto implica asumir el cuidado de las personas, lo que impone un asombroso elemento de desafío físico. Inmediatamente, me aboqué a capacitarme, y a lo largo de mi preparación, tuve varios mentores importantes. Siempre he observado y respetado a aquellos que llevan más días en las montañas que yo. Sabemos que ante el desafío de las montañas no existen distinciones, así que yo respeto a quienes han cumplido una larga trayectoria en esta actividad.

BM: ¿Puede contarnos acerca de su trabajo como guía líder? Sobre su preparación física, mental y teórica, la responsabilidad, la satisfacción profesional.

MA: Cuando trabajo como un guía líder, no solamente soy responsable de los clientes que van unidos a mí por la cuerda; soy responsable de auxiliar a los otros guías con quienes trabajo. Cuando yo encabezo una cuerda, hay muchos datos que me vienen a la mente; en todo momento calculo la mejor manera de controlar los riesgos, y de volver la experiencia más segura y divertida para mis clientes. Al término de una muy larga jornada de ascenso, trátese del monte Rainier o del Everest, yo experimento una cierta sensación de serenidad y dicha, por poder vivir mi sueño de esta forma. Cuando concluye cada jornada, procuro expresar silenciosamente mi gratitud hacia la montaña, por permitirme disfrutar otro día a su lado.

BM: ¿Cuál es la filosofía detrás de este trabajo, detrás de enseñarles a los demás y cuidarlos?

MA: El montañismo tiende a ser un deporte bastante egoísta; uno sale en pos de sus propias metas o su sentido de realización. He descubierto que la función del guía equilibra eso. Permite hacer a un lado lo que hago y en su lugar, concentrarme en los objetivos de los demás. Trato de recordar que soy parte de la ascensión de mis clientes, en vez de que ellos formen parte de la mía. La experiencia debe ser orgánica y fluida; yo soy solamente un enlace de la seguridad.

El Everest, siempre desafiante

BM: ¿Puede contarnos acerca de su preparación para el Everest?

MA: Escalar cualquier gran montaña, pero especialmente el Everest, requiere dos clases de preparación: naturalmente, necesito mucha capacitación física. Procuro marchar un kilómetro cuesta riba, con un chaleco de veinte kilos, cinco días a la semana; luego completo esto intercalando el entrenamiento con pesas y carreras cortas a toda velocidad.

Cualquiera que sea el ejercicio que practique, trato de llegar al punto en que ya no puedo seguir, entonces me esfuerzo aún más duramente por unos minutos. Esto ayuda a prepararse mentalmente para los desafíos, ya que uno sabe que tiene una reserva un poco mayor de lo que habitualmente se piensa. El entrenamiento mental es probablemente lo más importante que hago.

BM: ¿Qué clase de habilidades exige el Everest?

MA: Para escalar el Everest, se necesitan las destrezas básicas del montañismo: manejo del crampón, sujeción con el hacha de hielo, aseguramiento de la cuerda y rescate en las grietas.
Uno de los problemas en el Everest es que se debe uno asegurar con las cuerdas durante casi todo el ascenso, lo que le permite a la gente con menor experiencia ascender muy alto. Esto es un inconveniente si surgen algunas variables, porque entonces esos bisoños no tienen la experiencia para saber cómo salir de una situación.

BM: ¿Cuáles son los mayores riesgos en el Everest?

MA: Como lo dije antes, una de las principales cuestiones en el Everest es la cantidad de montañistas apenas con la experiencia mínima para estar ahí. Si ellos se quedan separados de sus guías o a menudo necesitará que se le rescate. En vez de que sean autosuficientes.

La mayoría de las montañas a las que se viaja, a causa de su remota ubicación, requieren que se dependa únicamente de uno mismo. En el Everest hay una comunidad entera, así que eso a veces puede originar peligros. Además, se trata de una montaña realmente enorme y fiera. Por eso hay que respetarla. Es capaz de hacerle ver la vida desde una perspectiva diferente, o bien, es capaz de privarlo de esa vida.

BM: ¿Tuvo usted alguna vivencia especialmente importante en el Everest?

MA: El Everest siempre es un sitio especial, y cada día resulta especialmente único. En mis tres ascensos, he experimentado cada situación que se pueda imaginar, días buenos y días malos. En 2009, estaba muy enferma a causa del agua, y me había herido una pierna durante el viaje. Después descubrí que estaba fracturada. Por otra parte, la cima aquel año resultaba muy dura de alcanzar. Eso me recordó que uno puede realizar todos los preparativos del mundo, más todavía habrá mucho que desconocerá.

La importancia de la gente

BM: ¿Puede platicarnos acerca de su ayuda para quienes sufren del VIH y el SIDA en África?

MA: El VIH/SIDA es increíblemente destructivo en nuestro mundo actual. Sin embargo, no se habla mucho al respecto. Tuve un cliente en 2008 que buscaba despertar la conciencia acerca de algunas de las asombrosas acciones que el fondo global lleva a cabo para entregarle medicamentos a la gente enferma, a través de los recursos de PRODUCT (RED), un modelo de negocios inaugurado por Bono, de U2. “¡Eh!”, dice: “El lugar donde se viva, no debería determinar si se vivirá o si se morirá.” Y eso verdaderamente repercutió en mí. Me siento dichosa de escalar montañas, y de ayudar a contar las historias de la gente que apoya con recursos al fondo global, pero también por decirle a todo el mundo quiénes aún necesitan ayuda.

BM: ¿Por qué eligió El Potrero Chico para preparar su ascenso al Makalu?

MA: Bueno, actualmente quienquiera que conozca algo acerca del Makalu, lo deseará subir, porque el ascenso no tiene igual. Ir a El Potrero era una estupenda forma de ponerme en acción junto con mi socio de escalada, además de explorar un área en que no habíamos estado. Estar bajo el cálido sol de México, tiene el propósito de ayudarnos a continuar hacia esos calurosos días en Makalu. Ambos somos viajeros, exploradores, así que ir hacia algún sitio nuevo consolidó nuestra sociedad; el principal propósito de nuestro viaje a El Potrero, fue trabajar con nuestras habilidades con las cuerdas.

BM: ¿Puede platicarnos acerca de este, su primer viaje a México? ¿Tuvo algún problema?

MA: Yo quiero a la gente, esa es una de las razones por las que sigo siendo guía. Esta primavera tuve mi primer viaje a México, y estaba muy emocionada por ver su cultura y por conocer a los lugareños. Procuro andar algún ratito agradable a pie, así puedo ver una cultura sin influjos. La gente con quien interactué en México era maravillosa. Una gente con mucho orgullo; cada persona luce una gran sonrisa y es feliz cuando platica. Habría que ser ingenuo para decir que en México no hay problemas, pero no tuve ninguna experiencia con alguno de ellos; es un país entrañable, forjado por la cordialidad de la gente que lo habita.

BM: ¿Las piedras calizas calientes requieren de algún equipo especial?

MA: Todo en el tipo de montañismo que yo práctico, exige montones y montones de equipo especial. ¡Me he convertido en una experta en el transporte y embalaje de 30 kilos de maletas a través de los aeropuertos!

BM: ¿Quisiera darle alguna recomendación a la gente que desea iniciarse en el montañismo?

MA: Si apenas se está iniciando, o si comienza a interesarse en el montañismo, me parece que pudiera aprenderlo más a fondo, más rápido si empieza con buenos cimientos. Abundan los grandes clubes de montañismo, o los guías que usted puede contratar para que le enseñen las bases. Por razones de seguridad, es muy importante recibir las bases al nivel del piso, y luego comenzar a formarse con la experiencia real. No hay atajos para adquirir experiencia. Además, fijarse metas accesibles en los comienzos, es una buena forma de mantenerse motivado. No se trata de elegir al Everest para su primer ascenso; lo mejor es siempre empezar por lo más pequeño y luego desarrollarse a su propio modo.

BM: ¿Desea hacer otro comentario?

MA: Lo más hermoso del montañismo, es que es un deporte sin discriminaciones. A las montañas no les importa de cuál país viene usted, ni cuánto dinero tiene, ni su sexo, ni cuáles otras montañas han escalado. Cada día representa un reto verdadero y completamente actual. Es un deporte de larga vida, tan larga como sea su respeto hacia las montañas, por su poderío y su fuerza. No se les conquista, no solamente se alcanzan sus cumbres; se convive con las montañas; hay que escucharlas cuando le hablen y le cuenten sus relatos a lo largo de su camino.

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