Son tiempos violentos y nosotros nos volvemos cada vez más vulnerables, ciertamente el nivel de violencia en el que vivimos no es el mismo que el de hace diez años. Los delincuentes se han vuelto cada vez más despiadados, más astutos y el usar técnicas cada vez más brutales y elaboradas se ha vuelto en una redituable conducta dentro del mundo criminal contemporáneo.
La realidad es que la mayoría de los ciudadanos vivimos de forma rutinaria, y esta cotidianidad nos vuelve cada vez más débiles. Con cada día que pasa nuestra capacidad de reacción, estado de alerta, reflejos y capacidad de manejar conflictos, se va reduciendo en comparación con la de un enemigo fuerte, temerario, acostumbrado a trabajar sobre presión y que permanece al acecho, tal vez en este preciso momento. Confiamos nuestra seguridad a terceros y pretendemos dormir tranquilos, creyendo que aquellos asegurarán nuestra integridad; pero lamentablemente no siempre es así, ya que la capacidad de respuesta y presencia de las autoridades ha sido rebasada por la delincuencia.
Pese al gran esfuerzo de las instituciones para mejorar la aplicación de la ley y la prevención del delito, aun en la modalidad del delito más “sencillo” y aparentemente menos elaborado, como lo sería el robo de automotor, el delincuente está constantemente vigilando, buscando una posible víctima. Con base en un perfil que ya tiene bien referido: conoce el entorno, tiene rutas de escape bien ubicadas, conoce los tiempos del personal de seguridad pública o en algunos casos, puede estar hasta coludido con éste.
Además de todo eso, una vez que ya ubicó a su víctima, el agresor mantiene una corta, pero eficaz vigilancia sobre su objetivo, hasta que se encuentra en condiciones de poder atacar. Mientras tanto, nosotros no supimos nada y jamás detectamos la presencia del lobo, hasta que tuvimos sus colmillos en nuestros cuellos.
EL ROBO DE UNA MOTOCICLETA
Se pueden observar dos modalidades diferentes: estando con la motocicleta sola y con su conductor a bordo (esta última puede ser en marcha o estacionada).
Aunque la primera modalidad podría ser la de “menor preocupación” para nosotros, ya que es en la que estamos menos expuestos a sufrir violencia durante el robo, para muchos nuestra máquina es como una extensión de nuestro cuerpo y no nos deja de doler en el corazón ni en la cartera perder nuestra moto; pero observando estas sencillas recomendaciones, podremos reducir drásticamente nuestras probabilidades de convertirnos en estadística.
EL “POLI” NO ES UN “POLI”
Uno de los atentados más comunes que cometemos en contra de nuestra propia seguridad es confiársela a extraños, de quienes no sabemos nada, incluyendo su compromiso con nuestra seguridad, nuestro patrimonio, la institución a la que pertenezcan o su profesionalismo.
Con esto no decimos de ninguna forma que toda la seguridad pública o privada sea mala; por el contrario, se enaltece el trabajo de los hombres y mujeres que a diario realmente luchan y se esmeran en el cumplimiento de su deber; pero seamos realistas, la estadística de personal de seguridad coludido con el hampa es muy alto (SSP, Privada, etc.).
Muchos de nosotros llegamos a confiar que al dejar nuestras motos en un estacionamiento privado o con un “viene, viene” estarán seguras, pero NO. ¿Qué pasa cuando llegamos a un centro comercial o algún otro sitio que cuenta con “vigilancia”? Creemos que como está el “poli” nuestras motos permanecen seguras, pero la realidad es que el “poli” no es un “poli”, es un elemento de seguridad privada. En la policía capitalina encontramos corrupción, ¿qué podemos esperar de la seguridad privada
Además, difícilmente encontraremos elementos que tengan la capacitación requerida para hacer frente a un flagrante delito. La falta de capacitación en muchos casos o del armamento adecuado, los hará voltear la mirada a otro lado antes de exponer su vida, haciéndole frente a un criminal armado.
Por otra parte, nosotros mismos en un ejercicio rápido podemos comprobar qué tan seguros están nuestros caballos en un estacionamiento cualquiera, y las fallas que tienen estas empresas de seguridad al momento de gestionar el ingreso y egreso de motocicletas. Pongamos como ejemplo al llegar a un centro comercial (donde en casi todos entramos gratis).
Observemos lo siguiente:
a. ¿Quién toma nota de nuestra persona (al menos señas particulares) y motocicleta?
b. ¿Existe guardia permanente en el área de estacionamiento de motos?
c. Al llegar al área de motos, ¿el vigilante tomó nota de la moto y del conductor?
d. Al momento de retirarnos, ¿permanece el mismo guardia?
De antemano ya podríamos contestar que NO a casi todos los puntos anteriores, lo que nos lleva a la pregunta de los 64 mil pesos, ¿entonces quién y cómo cuida las motos si no hay un control? La respuesta es: ¡nadie realmente las cuida!
Si desde el ingreso no hay un seguimiento ni un control, el vigilante del área de motos no tiene nada que entregar al que lo releva. Puede que el primer vigilante tenga la iniciativa de memorizar o referir a los conductores de ciertas motos. Pero al no haber un registro documentado, esta iniciativa se pierde con el cambio de guardia y es ahí cuando el ladrón halla la confianza para efectuar el robo. Muchos comercios se justifican argumentando que tienen sistema de video-vigilancia, pero si el ladrón abordó la motocicleta con gorra o con el casco puesto, su identificación resultará casi imposible.
¿QUÉ RECOMENDAMOS?
Combina dispositivos, es lo mejor. Puedes tener un candado para el disco con cadena, pero los ladrones también se mantienen constantemente actualizados y son increíblemente creativos para descubrir o elaborar métodos para violar todos estos tipos de artículos.
Por ejemplo, hay casos documentados de quienes han usado nitrógeno líquido para congelar y romper cadenas y candados. No nos confiemos, reforcemos nuestra seguridad de forma preventiva y activa.
- Prevengamos el robo con candados, cadenas, etc.
- Actuemos ante el robo con localización GPS, llave presencial, corta corriente, etc.
Otra “sub-modalidad”, que se ha vuelto muy común en el robo de motocicletas estacionadas, es montarlas en camionetas u otros vehículos y remolcarlas.
Para ventaja nuestra, las motos BMW son mucho muy pesadas y voluminosas, específicamente la línea GS, por lo que resultan menos atractivas para el ladrón a la hora de tener que cargarlas y hacerlas entrar en la parte trasera de una camioneta o dentro de una van. Pero por si las dudas, es bueno combinar dispositivos.
La segunda modalidad es la que debe preocuparnos, y es la del robo con el conductor a bordo.
Gracias a las redes sociales, la mayoría de nosotros hemos podido ser testigos de vídeos donde se aprecia con lujo de detalles el modus operandi de las bandas dedicadas al robo de motocicletas en el Distrito Federal y Estado de México.
Para nuestra fortuna, la BMW tiene el porcentaje más bajo de unidades robadas al año, ya que en su mayoría las motos hurtadas se usan para desvalijarlas y venderlas por piezas. Este mercado no suele ser común ni apreciado ni buscado por nuestra comunidad.
Otro gran número de motocicletas robadas suele usarse en actos delictivos, pero por supuesto que una motoneta pasa mil veces más inadvertida que una R1200GS.
Esto no significa que debamos de bajar la guardia ni confiarnos, por el contrario, cuando nuestro agresor se sienta motivado, sabrá encontrar los medios para lograr su cometido, las previsiones serán redituables. Cuando el gato se volvió confiado, olvidó las vidas que le quedaban.