Aun cuando los BM’s se han destacado como los viajeros en motocicleta más conscientes y responsables, por su propia confesión, muchos de ellos no se han planteado la necesidad de crear, previo análisis, un botiquín de primeros auxilios y supervivencia, que se debe llevar a todas las expediciones y aventuras que emprenden. Esta omisión ocurre incluso cuando participan en alguna travesía por regiones despobladas o a campo traviesa, donde su integridad física está comprometida en todo momento.
En cierta carretera que cruzaba una desolada zona árida, un motociclista empezó a sentir unos síntomas cada vez más severos: escalofríos, náuseas, tos, un dolor de cabeza que el calor volvía agobiante. Era una grave infección gastrointestinal, producto de algún alimento descompuesto, uno de los problemas médicos más frecuentes entre los aventureros. Cayó entonces en la cuenta de que no llevaba ningún medicamento. Tras un sinfín de penalidades pudo llegar hasta la ciudad, donde pasó dos días hospitalizado. Pero no todas estas historias terminan bien.
La clave para salir avante en tales situaciones, radica en contar siempre con un botiquín de primeros auxilios y supervivencia, así como en saberlo utilizar si se presenta la ocasión.
Muchos excursionistas consideran que las probabilidades de una urgencia médica son muy remotas. Pero las estadísticas de la revista británica Journal of the Royal Society of Medicine demuestran que el 74 por ciento de las expediciones y paseos sufre alguna contingencia médica. Esto demuestra hasta qué punto el botiquín de primeros auxilios y supervivencia resulta indispensable para el motociclista y otros aventureros modernos.
Ahora bien, una intensa búsqueda en el mercado mexicano y en el internacional, constata que, pese a que la variedad de botiquines de primeros auxilios es amplísima, muy especializada y con un rango de precios que va de los 21 a los 625 dólares, no hay modelos específicamente concebidos para los motociclistas: los hay para los ciclistas, muy simples, y para las expediciones en territorios remotos, con un peso de casi cinco kilos. Demasiados para una moto.
Hay otros bien surtidos y ligeros, pero que no toman en cuenta las necesidades específicas de quien viaja en una máquina de dos ruedas, cuyo principal problema es el de las lesiones que se producen por las caídas contra el pavimento áspero, como las quemaduras, las fricciones, las fracturas y los esguinces.
Una alternativa viable es que el propio motociclista arme su botiquín médico especial, con los fármacos y elementos más adecuados para sus requerimientos.
HÁGALO USTED MISMO
El estuche ha de apegarse a nuestras necesidades: será de material flexible, para que pueda acomodarse en el limitado espacio de que disponemos; impermeable, para preservar su contenido contra la lluvia y la humedad; de colores intensos y de ser posible fluorescente para que se le pueda aprovechar como señal de advertencia en la carretera.
En cuanto al contenido, debemos tener presentes las lesiones más comunes en el motociclismo, ya mencionadas: inmovilizadores o férulas para el cuello y las extremidades; la útil cinta plateada; gasas estériles para proteger la piel en caso de que heridas por abrasión; compresas con medicación para prevenir el riesgo de infecciones.
Como nuestro viajero solitario, numerosos excursionistas sufren de problemas gastrointestinales por el consumo de agua con impurezas o de alimentos descompuestos.
Se trata de los trastornos más frecuentes; les siguen las infecciones, fiebres, torceduras y el mal de montaña, entre otros.
Para contrarrestar las impurezas del agua, hay que llevar pastillas potabilizadoras. Es vital saber si entre los miembros del grupo alguno padece un mal específico (alergias, hipertensión o diabetes, por ejemplo). En tales casos habrá que llevar los medicamentos adecuados. Hay tres tipos de suministros: los medicamentos ligeros, los medicamentos para usarse en caso de accidente y los extras.
En el primer grupo se incluyen los analgésicos como el paracetamol y la aspirina, para los dolores de cabeza y las molestias leves. También funcionan como relajantes musculares; los antigripales de venta libre, tomando en cuenta que algunos están contraindicados para los adultos mayores y que hay fármacos que provocan la somnolencia, lo que para un motociclista puede resultar mortal.
En caso de accidente: lidocaína y dexametasona como antiinflamatorio, antineurítico, antineurálgico; diclofenaco inyectable como antiinflamatorio en caso de un accidente mayor; ketorolaco/tramadol analgésico sublingual para el dolor. Ketorolaco trometamina inyectable, analgésico central y periférico; Ciprofloxacino en tabletas como antimicrobiano bactericida de amplio espectro; clorofeniramina como antihistamínico, con atención a sus efectos secundarios como la somnolencia, y faboterápico polivalente, antiveneno contra la picadura alacrán.
Los extras: inmovilizadores, alcohol, algodón, jabón líquido, gasa, venda elástica, cinta adhesiva, pinzas y tijeras quirúrgicas, agujas, hilo para suturas, agua oxigenada, gotas oftálmicas, copa lavaojos y curitas.
El relato de una joven motociclista estadounidense nos ofrece otra recomendación: las pastillas de cafeína, muy útiles para los recorridos extenuantes. El paracetamol PM es práctico para ayudar al descanso nocturno. Tabletas de ácido acetilsalicílico y bicarbonato, para el cansancio, el malestar estomacal y los síntomas de la gripa. Sal de uvas (antiácido), Difenoxilatocon atropina para la infección intestinal, así como salicilato de bismuto (líquido) para aliviar los trastornos digestivos. Óxido de zinc en ungüento para las rozaduras y quemaduras; crema de salicilato metílico y mentol para aliviar los golpes superficiales.
Queda, sin embargo, un detalle esencial: el mejor botiquín será inútil si no se sabe cómo utilizarlo. Por ello es indispensable que el motociclista tome un curso calificado de primeros auxilios. Lo ideal es que todos los miembros del grupo estén capacitados para enfrentar estas emergencias. Nuestro viajero del desierto corrió con buena fortuna, pero no podemos partir hacia una excursión atenidos a encontrar ayuda, sobre todo en las extensas regiones poco pobladas de nuestra geografía. Es una cultura que necesitamos asimilar y poner en práctica en nuestro país.