Cuando se presentó, en 1928, la R 63 era una verdadera “supermoto” (superbike); su chasis era el mismo de la F 56 y fue una precursora de la vocación competitiva de la BMW. Para el momento en que lanzó la R 63, la casa de Baviera ya tenía dos años participando en las carreras con motocicletas de 750 centímetros cúbicos. Esta experiencia ayudó al desarrollo del nuevo motor OHV (over head valves, válvulas en la culata), de 735 cc, para las máquinas destinadas a circular por las calles.
El nuevo OHV se denominó M 60; con un calibre de 83 mm y 68 mm de carrera, resultaba una planta de fuerza muy distinta a la tradicional de válvulas laterales. Unos innovadores pistones de aleación remplazaron a los de hierro fundido.
El motor M 60 desarrollaba 24 caballos de fuerza a 4,000 revoluciones por minuto; gracias a esto, la R 63 alcanzaba una velocidad máxima de aproximadamente 120 kilómetros por hora, por lo que era una de las motocicletas más rápidas del mercado. Asimismo era una de las más costosas: 2,100 marcos.
Para 1928, la BMW gozaba ya de un sólido prestigio, merced a sus triunfos deportivos. Esto le permitió a la compañía el desarrollo de nuevas tecnologías en el motor y el chasis, como lo demuestra la R 63.