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SOL A SOL 2015 VERACRUZ – ACAPULCO

Después de esperar un año, llega la nueva oportunidad para emprender un increíble recorrido en el marco del evento Sol a Sol; celebramos el quinto aniversario de esta actividad del motociclismo, que se consolida como la de mayor participación a nivel nacional, con más de mil motociclistas de toda la República Mexicana.

Este suceso posee unas características que lo vuelven diferente a cualquier otra iniciativa de motociclismo en México; está lleno de emoción, constantes retos y gran convivencia.

Recordemos algunas cifras; en el año 2011 comenzaron 80 participantes; en el 2012 aumentó el número a 350; para el 2013 llegaron 500 motociclistas, el año pasado rebasaron los 700 y ahora, en el 2015, se superó la cifra de mil almas libres y abiertas a la aventura de compartir las carreteras nacionales, sin olvidar a los que rodaron sin registro, acompañándonos en esta travesía de 800 kilómetros de adrenalina y diversión.

Entre dos costas

El Sol a Sol es el reto de muchos, la pasión de otros; genera grandes expectativas al tener que estudiar nuevas rutas a través de las carreteras de México; la intensa convivencia y la complicidad que da ser compañeros durante un viaje, en el que afortunadamente todos resultan ganadores.

Muchos motociclistas BMW se dieron cita nuevamente en Veracruz, para realizar el recorrido entre dos puertos, dos costas, del Sol naciente, del Golfo de México a la puesta de Sol del impresionante Océano Pacífico.

Lo primero, es el reto; cruzar la República en una sola etapa, lo segundo es competir con uno mismo, contra la marca que se logró el año anterior, y tercero, las rutas. Existen tantas rutas como uno puede imaginar; por la orografía o por la geografía del país, las rutas para principiantes, rutas de tierra, rutas basadas en intereses culinarios y arquitectónicos, rutas mezcladas… es toda esa diversidad de opciones lo que hace de esta travesía algo muy enriquecedor.

Este fue el primer Sol a Sol en el que íbamos a participar como Motoclub BMW legalmente constituido y registrado; el BMW Motoclub GS México, A.C., por lo que dedicamos varias de nuestras reuniones para organizar y prepararnos con el deseo de emprender esta aventura.

Durante una de las reuniones, se comentó que en el Sol a Sol de 2013, por recomendación de José Espinosa y de algunos amigos del BMW Moto Tour Club Ciudad de México, A.C. se había realizado una ruta entre Perote y Veracruz realmente espectacular, lo cual bastó para que se nombrara responsable de guiar al grupo del D.F., a Veracruz, a Eduardo Lobatón, honor que con mucho gusto aceptó. Nos enteramos que se complicaría cruzar por Puebla en esos días, debido a la construcción de una parte importante de la autopista Puebla Amozoc, así que acordamos evitar pasar por la capital poblana.

Posteriormente, se definió que sería Ernesto Bächtold el responsable de guiar al grupo de Veracruz a Acapulco; con estas dos etapas, nos asegurábamos que disfrutaríamos de la carretera, los paisajes y demás atractivos que hacen de las rodadas algo único y adictivo.

¡En marcha!

Finalmente, llegaba el día, viernes 15 de mayo, a las 6:30 de la mañana. El primer grupo se concentró en la gasolinera que se ubica en la esquina de Patriotismo y Pennsylvania, Ciudad de México. La hora exacta para arrancar fue a las 7 am. Rápidamente, alcanzamos al segundo grupo en el restaurante “Qué Chula es Puebla”, que está pasando la desviación de Chalco en el Estado de México.

Por la cantidad de motos, ya habíamos acordado que lo mejor sería dividirnos en tres grupos. Así que nos dimos a la tarea de identificar las motos mediante calcomanías del Sol a Sol, el logotipo de nuestro Motoclub y listones de tres diferentes colores, uno por cada grupo.

Con un total de 25 motos, arrancamos a las ocho de la mañana rumbo al estado de Puebla; al llegar a San Martín Texmelucan nos desviamos hacia Tlaxcala, Apizaco y Huamantla, posteriormente llegamos a Perote, en Veracruz, para desayunar lo clásico, las tortas de jamón serrano del tradicional restaurante “La Covadonga”.

Perote, es famoso por sus embutidos; la historia cuenta que comenzaron en la época que el gobierno mexicano concentró a todos los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, y ellos con sus tradiciones y costumbres desarrollaron lo que hoy es una pujante industria.

Nos encontramos con una gran sorpresa al descubrir a otros grupos de amigos que habían incluido en su ruta; el desayuno, descanso y reencuentro con los camaradas en este conocido punto de referencia.

Después del desayuno tomamos la carretera rumbo a Ayahualulco, Ixhuacán de los Reyes, San Martín Comalapa, Chichiquila hasta llegar a Huatusco, donde teníamos programada una parada para repostar e hidratarnos.

Un interesante recorrido para llenarnos de paisaje, curvas y todas aquellas emociones que uno busca al salir: terapia y paz, que se logran al rodar por nuestras carreteras. El paisaje era cautivador con sus montañas verdes. Crecía la humedad, la tierra roja, como venas abiertas del suelo, nos dio la gran oportunidad de probar las cualidades Off Road de nuestras motos.

El entusiasta guía, Lobatón, aseguraba que sólo serían unos cuantos kilómetros, no más de diez, una cifra que nos repetía para no asustarnos y para que siguiéramos con el recorrido. La realidad es que la ruta Off Road, resultó ser mucho más larga y emocionante: valles y cañadas que se rompían con el sonido de nuestros motores; larga formación en fila india que parecía más una serpiente recorriendo un pantano. Éramos una columna de motocicletas que rugían en las montañas, trazaban las curvas, vadeaban los riachuelos y saludaban al pasar por las pequeñas rancherías. En general fue una agradable experiencia.

Lo inesperado

Y así continuó, hasta que, en una curva a la izquierda, con una pronunciada inclinación, Eduardo, nuestro guía, patinó sin control ni tracción alguna, cayó a una cuneta que sirvió de canal para dirigirlo entre brincos y golpes, hasta terminar parado en seco contra una roca enorme. El equipo de protección cumplió su trabajo de maravilla y Eduardo no sufrió ni un rasguño, pero la moto quedó inservible; los brazos de la suspensión delantera se arrancaron del manillar, doblándose en un ángulo de 90 grados.

Yo iba exactamente detrás de él; vi con sorpresa y desesperación cómo trataba de controlar su motocicleta; una pesada R 1200 GS Adventure, con maletas y todo el equipo pertinente para largos viajes. Creí que saldría gravemente lastimado por la contundencia del golpe y la larga parábola que describió hasta caer, cuan largo es, en la orilla del camino.

Inmediatamente, empecé las acciones necesarias para detenerme, pero el suelo de grava, la inclinación, los nervios y demás factores se confabularon en mi contra; pasaron minutos de lucha por mantenerme en pie, sin caer de un lado u otro de la moto, para evitar que se derrapara montaña abajo. Finalmente, logré contener los ímpetus de mi máquina y conseguí el control suficiente para poder ayudar a mi amigo accidentado.

Al correr hacia su última ubicación registrada por mi mente, ya algunos compañeros lo estaban levantando y otros se hacían cargo de la moto, la reacción del equipo, la respuesta, fue de excelencia. La orografía y la desastrosa situación del lugar causaron que otras cinco motos se cayeran, Afortunadamente ya a velocidad cero, sin mayor daño que el causado al ego y algunos raspones sin importancia.

Con este incidente nos enfrentábamos a una catástrofe; la moto del guía estaba completamente inservible, estaba destruida. ¿Qué hacer en la mitad de la nada, con amenaza de lluvia, a largas horas del próximo destino y la imposibilidad de mover la moto?

En pocos minutos se organizó un grupo para que regresara al poblado más cercano que habíamos pasado. Debía tratar de conseguir algún vehículo que se llevara la moto accidentada; otro grupo debía avanzar hacia lo desconocido de la carretera para intentar la misma acción.

El grupo que volvió atrás, afortunadamente, encontró a alguien: un habitante de cierta pequeña población, apenas mayor que las rancherías aledañas. Aquel señor tenía una pick up; al solicitarle ayuda en forma persistente, nos manifestó que no tenía tiempo porque esperaba la llegada del párroco del pueblo, y otras explicaciones chabacanas. Ante nuestra desesperación, vislumbraba la posibilidad de hacer un buen negocio: calmadamente accedió a ir por la moto, ofreciéndonos que al llegar al sitio del accidente se decidiría si la regresaba a su casa, a buen resguardo, o la llevaría hasta Veracruz.

Regresamos al lugar del percance con el grupo; espléndidamente Eduardo ya tenía color en el rostro, alguien le había dado dos pastillas que no recordaba si eran para el dolor, el susto o encontrar la paz, lo importante es que su única pérdida fue la moto, nuestro guía estaba consciente de su suerte y contento con su salud e integridad.

Llegó el samaritano de la camioneta y después de una breve negociación, aceptó llevar la moto a Veracruz junto con Eduardo. Entre todos subimos la Adventure a la camioneta, se amarró en forma que soportara el largo trayecto y arrancamos montaña abajo. Eduardo prefirió ir de pasajero con Germán, con lo cual, nuevamente, nos pusimos en marcha hacia nuestro destino, Veracruz.

En el puerto jarocho

Cuando llegamos al puerto de Veracruz, fue impresionante ver cómo el hotel “Las Diligencias” estaba completamente saturado, era el epicentro donde se había organizado el cuartel general del Sol a Sol. Ahí llegaron todos los participantes, las calles aledañas se llenaron, fue asombrosa e impactante la cantidad de motos alineadas, en perfecta organización. Un sinnúmero de turistas se tomaba fotografías, era simplemente un espectáculo.

Había personal que indicaba cómo y dónde teníamos que estacionarnos; posteriormente debíamos acudir al área administrativa, en la cual con el número de registro le entregaban a cada participante el paquete de bienvenida, le explicaban cómo instalar en el parabrisas la etiqueta con el número correspondiente al de registro. Los obsequios consistían en una playera, una camisa de gala, una revista Boxer Motors, calcomanías y una bolsa para zapatos con jareta (práctica para los futuros viajes).

Ya preestablecidos los horarios, empezaron las juntas de pilotos para explicar las tres rutas oficiales, disponibles para quienes quisieran seguir las propuestas trazadas por el club organizador.

En todos lados se respiraba un ambiente alegre, lleno de camaradería y expectación. La tarde fue libre, tiempo que aprovechamos para que cada quien se organizara, se registrase en su hotel y descansara un poco. Pero lo principal fue que reconocimos a los amigos de otras latitudes, de distintos estados y lugares; los saludamos, les dimos un abrazo y los felicitamos. Se les ve poco, tal vez, pero se les estima mucho.

Fresco y entusiasta, nuestro grupo cenó en el restaurante “Villa Rica”; un emblemático y tradicional lugar, cuya construcción y arquitectura es típica de las zonas de playa; la comida es deliciosa, la reunión fue divertida y agradable. En el último momento de la velada se sumaron amigos de los miembros del BMW Motoclub GS México, A.C., quienes nos compartieron que planeaban continuar, al siguiente día, una ruta muy demandante y dura, pero que, sin duda alguna, les llenaría de satisfacción y orgullo.

Cuando acabó la cena, algunos se retiraron a descansar y otros, los más jóvenes, por lo menos de espíritu, fueron a disfrutar de las opciones de diversión que ofrece el puerto. A la mañana siguiente las caras denotaban cansancio, pero los ojos brillaban de emoción.

El sábado arrancamos alrededor de las 5:30 de la mañana para presentarnos en la locación donde se tomaría la foto oficial.

Nos reunimos en el muelle, la zona que está precisamente frente a la capitanía del puerto. Ahí, de forma organizada, la policía y los marinos dirigían el tumulto y el tráfico de motociclistas, nos indicaban dónde estacionarnos y nos ubicaban para la toma fotográfica del grupo.

Dentro de un ambiente jovial y festivo se logró una fotografía espectacular, en la cual puede apreciarse la gran masa de motociclistas dispuestos a enfrentar el reto de cruzar la República, para llegar al anochecer a la otra foto oficial, en Acapulco.

Se identificaban los grupos con sus insignias, distintivos, los diferentes uniformes y todos aquellos elementos que consolidan el gran crisol de personalidades, de estilos y diseños que, afortunadamente, nos permite ser una comunidad que cada vez se integra mejor, se solidifica y se estructura fuertemente.

Como remate en esta imagen fotográfica, teníamos el buque escuela “Juan Sebastián de Elcano”, que es un bergantín-goleta de la Armada Española; tiene cuatro mástiles con los nombres de Blanca, Almansa, Asturias y Nautilus, nombres de cuatro buques escuela que lo precedieron. El navío lleva también el escudo de armas de Elcano, que le fue otorgado por el emperador Carlos I. El escudo de armas es un globo terráqueo con el lema en latín “Primus Circumdedisti Me” (Fuiste el primero en circunnavegarme).

Con esta emblemática foto, que se tomó a las 7:12 am, y con los primeros rayos de sol asomándose, comenzaba el recorrido Veracruz – Acapulco. Por fin arrancábamos el Sol a Sol 2015.

Un poco de emoción

En nuestro Club, decidimos dividirnos en cuatro grupos; el primero estuvo conformado solo por cuatro integrantes, uno de ellos con pareja. Ellos optaron por tomar la ruta de la supercarretera y así llegar rápido a Acapulco. Los otros grupos que viajarían juntos por la ruta que armó Ernesto Bächtold, estuvieron prácticamente en conjunto todo el tiempo. Finalmente, el cuarto, era el de los amigos, quienes tomaron una ruta muy demandante y complicada, que requería de mayor tiempo y esfuerzo físico.

El grupo más grande fue por Ciudad Mendoza, de ahí a las cumbres de Acultzingo; la carretera es muy singular, ya que las curvas son tan cerradas que los carriles de ida y vuelta se entrecruzan y se intercambian para facilitar el paso de todos los que por ella circulan. De ahí, bajamos a Tehuacán, donde paramos a tomarnos una foto en la glorieta dedicada a la Carrera Panamericana, emblemático trayecto que recorre la República en coches vintage.

Tuvimos una parada rápida para desayunar en la cafetería de una gasolinera del pueblo de Tecamachalco; seguimos rumbo a Atlixco y nos desviamos a Cuautla, donde nos detuvimos a comer. A estas alturas del día, ya estábamos algo cansados y con mucha hambre, por lo que abandonamos la idea original, que era llegar hasta el restaurante “Cuatro Vientos”, famoso por su cecina, en puente de Ixtla. Es una parada “obligatoria” para cualquiera que vaya hacia Acapulco: tortillas recién hechas a mano, queso fresco, salsas cuyo olor despierta un apetito voraz. Sin embargo, nos ganó el hambre, y comimos en Cuautla, estuvo bien, necesitábamos tomar un descanso y resultó muy positivo.

Ya con nueva energía, sufrimos una equivocación, en vez de meternos hacia el cañón de Lobos, nos dirigimos hacia Tepoztlán para subir a la autopista antes de Cuernavaca, situación que nos retrasó un poco porque el libramiento hacia Acapulco iba a vuelta de rueda. Logramos brincar el tráfico y seguimos hacia el puerto por la supercarretera, cinta asfáltica que nos permitió disfrutar de las altas velocidades. Aun cuando privilegiamos la seguridad y el buen manejo, agregar algo de emoción y adrenalina también es parte de ser motociclista.

Cuando pasamos por la caseta de Paso de Morelos, nos confiamos en que aún traíamos suficiente gasolina y continuamos. Olvidamos que la siguiente gasolinera estaba hasta Chilpancingo, ante la distancia tuvimos que bajar un poco el ritmo para que nos rindiera el combustible. No hubo nada que lamentar, pero efectivamente, algunos llegamos con la reserva.

Seguimos por la autopista y al llegar a la caseta de Palo Blanco, nos encontramos al grupo que había decidido irse por un buen tramo de terracería, continuamos ya juntos, pero antes de que llegáramos a la caseta de La Venta, a uno de ellos se le ponchó la llanta y sus camaradas se detuvieron para repararla rápidamente, así que nos volvíamos a separar.

Llegamos a Acapulco alrededor de las siete de la noche, al sitio de la fotografía oficial, en la costa. Casi con la puesta de sol, recibimos nuestra merecida medalla.

La fotografía esperada

En una bulliciosa reunión, los participantes cruzaban anécdotas, saludos, historias, fotos, risas y abrazos. En la explanada, el corporativo BMW presentó la SR 1200 R, en un ambiente festivo lleno de amigos y diversión.

Había varios locales de proveedores que era obligado visitar para enterarse de las novedades, ofertas y lanzamientos. Nos obsequiaron bebidas frescas, justa recompensa al esfuerzo del día, aunque nada mejor que la satisfacción de terminar el recorrido, pero sobre todo, llegar sanos y salvos.

Nos desplazamos hacia la playa para comenzar el ritual de la foto oficial de cierre. Risas, olas y barullo, provocaron que Patrick Reyes, el fotógrafo oficial, tuviera que llamar a la compostura y realizara varias tomas. Todas ellas demostraban que esta comunidad es grande, es divertida y goza de hacer actividades en conjunto.

Después de un buen rato de convivencia, cada quien se fue a su hospedaje para refrescarse y arreglarse. Llegaba el momento de la cena de clausura, evento formal y lleno de emociones, caras conocidas, algunas rifas, deliciosa gastronomía y abundante bebida, fotos de grupo, de parejas, de amigos y de recién conocidos.

En cada mesa se escuchaban historias, anécdotas, aventuras y chistes que causaban carcajadas, emoción, envidia y comparaciones, seguramente alguna mentira, alguna exageración, pero siempre con el espíritu de compartir y enriquecer a la comunidad.

El BMW Motoclubes México, A.C., órgano oficial de Clubes BMW del país, entregó al Club organizador, un reconocimiento por ser el V Aniversario de este magnífico evento. Se aprovechó para comentar que, afortunadamente, después de más de dos años de mentiras, incertidumbre y desinformación, ha quedado completamente claro que el único órgano oficial reconocido por el BMW Clubs Latin America Federation y el BMW Clubs International Council, además de la estructura de BMW AG, es el BMW Motoclubes México, A.C., el cual abre sus puertas a todo aquel motociclista BMW honesto, que quiera convivir y compartir con gente que tenga la misma pasión e interés por emprender y desarrollar la actividad que más nos gusta, andar en moto.

Fue una cena llena de emotividad, donde queda demostrado que cuando algo se quiere hacer, con trabajo, honestidad y dedicación, el resultado es fabuloso. Los abrazos de despedida y las promesas de prontas reuniones, culminaron la cena y cada quien se dirigió al merecido descanso, algunas horas de sueño y el regreso a casa, a las responsabilidades de siempre.

El Sol a Sol 2015 terminaba con mucho éxito y buenos recuerdos, pero la narrativa de un gran viaje no termina aquí. Fue una aventura llena de enseñanzas y objetivos alcanzados, donde también hubo historias de nobleza, pundonor, pasión y compromiso.

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