Boxer Motors: ¿Qué te inspiró a convertirte en un motociclista aventurero y viajero?
Juan Carlos: Mi primera experiencia en moto, en septiembre de 2021; ya sabía andar un poco, pero fue la primera vez que salí de carretera desde la Ciudad de México hacia Valle de Bravo. Me invitó mi amigo Agustín, a quien después le compré la moto; ese día iba con todo el equipo prestado. Acompañado de una tormenta que rara vez había experimentado en carretera, incluso al conducir en un automóvil y lo que más me llamó la atención y me incitó a seguir, fueron, en primer lugar, el estado de presencia y enfoque en el que entré, aun cuando no veía nada más que el camino por un pequeño espacio de la mica cubierta de agua por afuera y el vapor condensado por dentro. Segundo, la satisfacción de haber llegado al destino con todo el “mal tiempo” que nos alcanzó en la carretera, y por último, la exposición y la vulnerabilidad, que lo único que me provocaron fue una profunda confianza en mis habilidades (que honestamente eran casi nulas) y a su vez la capacidad de dejarme ir y disfrutar el camino, sin importar las condiciones, o mejor dicho, pese a las condiciones que en ese momento se me presentaron.
BM: ¿Cuál ha sido tu viaje en moto más emocionante hasta ahora?
JC: Ir de la ciudad de México a Malpaís, Costa Rica, cruzar fronteras geopolíticas, visitar lugares, buscar alojamiento en donde la noche me sorprendiera, o tal vez un poco más lejos y manejar de noche; aprender de mecánica y prepararme para más de una semana de muchas horas diarias de manejar, además de todos los retos que se presentaron en el camino. El segundo día, de Ciudad del Carmen a Holbox, en la carretera de Mérida a Cancún, gracias a la construcción del Tren Maya, me di cuenta de que algo no estaba bien con la moto, le sonaba algo entre los sprockets y la cadena y tuve que parar para después de un rato de tratar de ajustar la cadena; moviendo el eje y demás, desmonté toda la llanta trasera y unos balines de metal salieron rodando de ahí: un espaciador de aluminio fundido, y una ampliación al canal del eje eran lo que causaba el desajuste de la cadena. Quiero comentar que venía jugando un poco con la velocidad en esa carretera, un poco por lo recta y también por comprar más tiempo en mi siguiente destino. Al final, quedé esperando a una camioneta con mecánicos, en un trayecto con señal celular, cerca de Valladolid, siete horas.
Al día siguiente me hice cargo de las reparaciones y piezas de la moto, hablé con la agencia de BMW en Mérida y me compartieron el plano de las piezas de la llanta trasera; me fui al torno a replicar la pieza perdida para poder seguir el viaje. Todo esto fue posible gracias a mi amigo, quien también es motociclista, Diego Ortiz, quien, por su trabajo, viaja mucho a esta zona, pidió ayuda a los mecánicos y me guío con algunas de las refacciones. En Guatemala, el cuarto día tuve que encontrar un taller después de la visita a unas cascadas y albercas naturales, en Semuc Champey, en medio de la sierra guatemalteca, en el camino de piedras, donde unos lugareños me dijeron que mi moto no iba a pasar por las construcciones y mejora de camino, a lo cual contesté: “Con esta moto, claro que paso”. (No estimé lo cargado que iba) y pasé, no sin perder un par de tornillos del skidplate. Otro suceso fue antes de cruzar la frontera de Guatemala con El Salvador: en un gran hoyo del ancho de la calle, el rin delantero salió doblado y con fuga de aire. Me paré en una vulcanizada donde me recomendaron arreglar todo en Sonsonate, El Salvador; ahí están los mejores torneros, era sábado a las 3 de la tarde, tenía que cruzar la frontera y manejar unas dos horas fuera de mi ruta en El Salvador, así que sin más llegué apenas, casi cerrando el taller, a arreglar la moto.
En Honduras me paró un policía, queriendo sacar ventaja para hacerse de unos dólares extra; mi política de nunca pagar sobornos llevó a una conversación sobre el cuarzo que llevaba colgado del manillar, y al final regalándole cuarzo que tenía en mi tankbag, me dejó ir. Cabe mencionar que los trámites migratorios e importación de la moto en Nicaragua son los más complicados de Centroamérica, pero es uno de los países que más ganas me dieron de quedarme a explorar más tiempo.
Y así hice mi camino hasta Costa Rica, cruzando ríos y 80 km de off road para coronar la primera mitad del viaje; me quedé ocho semanas trabajando un programa de desarrollo personal; metí la moto a recorrer distintas playas, como la Plata Manzanillo en Puntarenas, donde casi pierdo la moto cuando al cruzar un río, ni siquiera muy ancho, el suelo se tragó la moto hundiendo toda la parte trasera: escape, asiento y hasta la mitad del topcase. Con la mano moví la palanca de velocidades hasta neutral para evitar que se apagara y le entrara agua; con ayuda de mi amiga Karo, entre empujones, cargamos la moto, y logramos sacarla viva de ahí; después, una buena lavada para que no le pasara nada y luego verificar su funcionamiento.
El regreso me tomó cuatro días, con todo y sus retos: bajando del lago de Atitlán, Guatemala, por la carretera de curvas muy cerradas y sin caerme, sufrí un accidente que provocó que mi menisco izquierdo se desprendiera un poco. El tema fue cómo sigue: venía manejando parado, tomando curvas muy cerradas y acostando la moto lo más posible, cuando en una curva mi talón estaba un poco salido por la postura de contra manillar y de pie, provocando una torsión en mi rodilla; el piso rozó con mi bota a la velocidad que iba y sentí como si me hubiera roto el ligamento interno otra vez (fui deportista y me rompí justo ese ligamento interno); seguí mi camino hasta a la ciudad más cercana, donde tomándome un tiempo, y con mucho dolor decidí continuar a México, era eso o buscar un hospital en Guatemala, manejar hasta una ciudad lo suficientemente grande para tener un buen hospital.
Ese mismo día, ya en Chiapas, entrando a Tapachula con la carretera un poco húmeda, un taxi se paró por pasajeros y la moto que ya no traía ABS a consecuencia de las piedras del río en Costa Rica, que rompieron todo el sensor y provocaron un gran resbalón. A punto de estrellarme, con una rápida maniobra de clutch agarré tracción y pude salir de ese susto.
Y el último día, pasando la frontera de Oaxaca a Puebla, el anticongelante salió volando del riñón manchando toda la mica del caso y esto provoco que a la entrada a la ciudad de México, por el tráfico normal del viaducto, se viniera calentando la moto, obligándome a apagarla cada que podía y buscar gasolineras para enfriar el radiador con agua y así continuar la gran travesía que narro.
BM: ¿Cuál es tu motocicleta favorita para viajar y por qué?
JC: Me gusta viajar grandes distancias y muchas horas, hacer mis rutas con una gran parte de off road; para eso mi moto preferida es una GS ya sea 800 – 850, a mi gusto es la doble propósito más cómoda y confiable, dentro de las motos grandes es la más versátil, delgada y es más ligera.
BM: ¿Cuál es la ruta de motocicleta más desafiante que has recorrido?
JC:En Marruecos, atravesando la cordillera del Atlas, además de que me recordó mucho a los trayectos de la Sierra Gorda y las sierras de Chiapas y Oaxaca, pero con las carreteras más irregulares y grandes precipicios a los costados, más el tránsito de camiones muy lentos, rebaños de cabras o personas en burro que pueden aparecer en cualquier momento.
BM: ¿Tienes alguna anécdota divertida o inolvidable de tus viajes en moto?
JC: Tengo muchas, una vez se metió una avispa a mi casco y venía manejando a alta velocidad, fue algo divertido; la vez que libré la multa en Nicaragua con un cuarzo; mi casco lleno de moscos y no poder ver nada llegando en el atardecer antes de cruzar el puente a playa del Carmen; fabricar en el torno una pieza de moto, cruzar un río en una lancha-ferry para motos. La bpolicía en Marruecos me detuvo solo para preguntarme de dónde era y cuánto llevaba viajando ahí, porque les llamó la atención la moto, no son muy comunes las BMW.
BM: ¿Cómo te preparas para un viaje largo en moto?
JC: Me aseguro que la moto esté en perfectas condiciones: aceite, anticongelante, frenos, llantas, tornillos, luces, cadena bien limpia y engrasada; la llevo al taller a que se le haga una revisión general; todo mi equipo en buen estado: casco, guantes, botas, chamarra y pantalones. Y duermo bien porque me gusta salir muy temprano; de equipaje, lo esencial personal y nada más.
BM: ¿Cuál es tu equipo esencial para viajar en moto?
JC: Camelback, kit de pinchaduras, dos llaves de tuercas de 13, un kit de matraca con dados de todos tamaños para los tornillos de la moto, llaves Allen y torc, dos celulares, mi reloj con gps, cinchos, alambre recocido, cinta de aislar, duct tape, fijador de tornillos, dw40 y trapo de microfibra, impermeable, guantes de látex, gorra, linterna y mi equipo de protección: casco, botas, guantes, chamarra y pantalón.
BM: ¿Cuál ha sido el destino más remoto al que has llegado en tu motocicleta?
JC: En Marruecos; la entrada al desierto del Sahara
BM: ¿Has tenido que superar obstáculos inesperados durante tus viajes en moto?
JC: Siempre, por más preparado que pueda ir, no hay nada bajo mi control más que mis respuestas y habilidades en la moto; también, estoy convencido de que los accidentes son muy llamativos para el público porque yo mismo me los provoco, es un tema un complicado y a la vez, es así como veo la vida.
BM: ¿Cómo gestionas la planificación de rutas y aloja miento en tus aventuras en moto?
JC: Las rutas: trabajo en Google Maps y Google Earth varios días, investigando la zona, lugares donde me emocione o me interese pasar, y hago la ruta “ideal de viaje” tomando en cuenta el tiempo sólo de manejo de día.
El alojamiento: dentro de la ruta ideal predispongo algunos lugares, pero no reservo nada porque hay muchas cosas en el camino que pueden cambiar el tiempo o la llegada a los lugares entonces, donde llegue al atardecer o no más de 2-3 horas de manejo de noche, busco un lugar, ya sea hotel, hostal o casa en plataformas como Booking o Airbnb, como Tip; estas plataformas rematan las noches de último minuto con tal de que se renten.
BM: ¿Cuál es tu consejo principal para alguien que quiera comenzar a viajar en moto?
JC: Un par de cosas que me han funcionado mucho es primero, hacerlo, atreverme; muchas veces es intimidante hacer algo que nunca hemos hecho, esto provoca dudas o miedos, y atreverse a hacerlo con todo y el miedo, confiando en uno, pero sin ir confiado, es decir, siempre con una actitud de aprender y descubrir, por más experiencia que se tenga, nunca se sabe todo.
BM: ¿Qué lugares recomendarías a otros motociclistas aventureros para visitar?
JC: Honestamente, en todos los lugares y rutas que he hecho hay cosas maravillosas, pero sí hay que nombrar algunos:
México: la Sierra Gorda es preciosa, bajar de Bacalar a Palenque es una gran aventura, cruzar la sierra chiapaneca para Oaxaca, San José del Pacífico, Oaxaca, las cascadas de Aconco en Puebla; hay un poblado que se llama La Ventanilla en Oaxaca muy cerca de Mazunte, Misol-ha, el Arco del Tiempo en estado de Chiapas y Cenote ¨El Cocodrilo Dorado¨ que es todo un paraíso escondido en Quintana Roo.
Guatemala: Semuc champey, Antigua, Atitán, Tikal, Isla de Flores, pasar en lancha el Río de la Pasión, Laguna del Tigre.
Nicaragua: Lago Xolotlán y los volcanes al rededor cerca de Managua.
Costa Rica: rodar en la Playa Manzanillo cerca de Santa Teresa, el recorrido de Santa Teresa a Moctezuma, la catarata de la Leona, y el sistema de ese río, el volcán Arenal, las termas de Tabacon.
Portugal: cerca de Lisboa, Cabo da Roca y Cabo Espichel y la Sierra de Sintra, hacia el sur unas tres horas, Carvoeiro y Benagil y en el norte Gêres.
BM: ¿Has tenido la oportunidad de conocer a otros motociclistas viajeros interesantes en tus travesías?
JC: Sí, creo que hay un tipo de “imán”, te reconoces con otros motociclistas; a un canadiense que iba de Canadá a Argentina. No llevaba prisa y se quedaba en donde encontraba buen lugar; estuvo viajando por México varios meses y en cada país pasaba una buena temporada. Lo conocí en la fila de importación de vehículos de Nicaragua y al licenciado Flores (así se presentó) de Guatemala, que iba de Honduras de regreso a Guatemala. Un tipo muy peculiar, que vio mi moto y me esperó a que saliera para ver si nos íbamos juntos.
BM: ¿Cómo ha cambiado tu perspectiva de la vida a través de tus viajes en moto?
JC: La moto ha sido de gran ayuda para poder integrar o desarrollar la filosofía de vivir expuesto, expuesto al mundo exterior y a los elementos, naturaleza, ciudad, frío, calor, todo, sin apegarme; sigue la exposición al mundo interior, emociones, sensaciones, pensamientos y sentimientos, dejarlos pasar, aceptarlos completamente sin apegarme a ellos, y, al final exposición completa de mi corazón; a esto me refiero con mostrarme tal cual soy al mundo y conmigo. Otro gran aprendizaje que con la moto he desarrollado con tantas horas de casco es hacia el tema de la muerte, tenerla cerca, desde el punto de vista de hacer las paces con ella; sé, cada vez que prendo mi moto, que existe la posibilidad de no regresar y eso me hace estar en paz conmigo, mis relaciones y mi vida, y, al mismo tiempo disfrutar profundamente de todo.
BM: ¿Cuál ha sido tu mayor desafío en la carretera y cómo lo superaste?
JC: La vez que se rompió el balero trasero y estuve parado siete horas; esa vez me di cuenta de que realmente nunca estoy solo, subí una historia a mi Instagram contando lo que pasó y un amigo me ayudó mandando unos mecánicos que me llevaron a Valladolid y al día siguiente hablé con él en el de taller de BMW Motorrad Mérida, que me compartió todo el esquema de la llanta trasera, fui a un torno a fabricar una pieza nueva del eje y compré baleros nuevos.
BM: ¿Qué diferencias has encontrado entre viajar en moto y otros medios de transporte?
JC: Primero que nada la exposición que tengo al estar sin el marco de la estructura de otros vehículos, y con esto puedo sentir los cambios de temperatura, humedad, etc.; después es el estado de enfoque, estar en completa presencia, mucho más que en un automóvil, por ejemplo: hay menos margen de distracción y ese estado se vuelve un trance.
BM: ¿Cuál es tu experiencia más gratificante como motociclista aventurero?
JC: Definitivamente la situación del balero, haber podido resolver eso y además los amigos que hice ahí, el mecánico y sus amigos que me llevaron a los tornos y me asistieron en cada paso. Aprendí mucho de la moto, sobre mí e hice amistades.
BM: ¿Cómo equilibras la pasión por viajar en moto con tus responsabilidades cotidianas?
JC: Me he enfocado estos últimos años en que mis responsabilidades y mis viajes vayan de la mano, creando aventuras o experiencias, retiros y ahora un proyecto que involucra exploración y aventura; esto me permite dedicar el tiempo a viajar, y explorar tanto el mundo exterior como el interior.
BM: ¿Tienes algún proyecto o aventura en moto que estés planeando para el futuro?
JC: Sí, el siguiente proyecto es abrir unas rutas en Marruecos e invitar a la exploración de lugares nuevos y remotos, así que Marruecos es solo el comienzo de la aventura; entre más viajes hago, más lugares reconozco para explorar y aventurarme, abriendo invitación a todo mundo.
BM: ¿Qué le dirías a alguien que está considerando convertirse en un motociclista aventurero y viajero?
JC: Hacerlo, atreverse a hacerlo, a pesar de la duda o lo intimidante que pudiera llegar a ser, solo decidir hacerlo y estar al 100% abierto a la experiencia; creo que también quitar la presión de uno mismo sabiendo que nada es forzado ni escrito en piedra, es decir, si en algún momento hay que regresar, se regresa, pero, con aprendizajes.
BM: ¿Cómo logras equilibrar tu práctica de meditación y yoga con tus viajes en moto?
JC: No puedo decir que tengo una práctica de yoga o una de ejercicio. Ejercito con ligas ya sea en la mañana antes de salir o llegando al destino, depende cómo me sienta; en la parte de meditación, me doy unos momentos para simplemente contemplar y meditar, después el viaje y la presencia al estar en la moto.
BM: ¿Qué beneficios encuentras en la meditación y el yoga que aplicas durante tus travesías en moto?
JC: Por la meditación, el espacio y la paz ante cualquier situación: recuerdo que cuando casi se me ahoga la moto, mi amiga notó lo tranquilo, me mantuve mientras todo ocurría y siento que es ése uno de los puntos más importantes. En la moto voy expuesto a tantas posibilidades de situaciones intensas y rápidas, y la capacidad de actuar desde la tranquilidad es un punto clave para poder librar cualquier situación de la mejor manera.
BM: ¿Has encontrado formas de integrar la espiritualidad o la reflexión profunda en tus viajes en moto?
JC: Para mí la espiritualidad es el estudio de mí mismo, soy el observador de todos los acontecimientos que se desenvuelve enfrente mío, la moto es una gran maestra y herramienta para entrar en un estado de presencia absoluta, donde la línea de lo exterior y el interior se difuminan, todo comulga en el ser, momento a momento.