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Juan Sebastián: La filosofía de un motociclista

Juan Sebastián: La filosofía de un motociclista

La filosofía de un motociclista

Juan Sebastián encarna una conjunción extraña en el mundo moderno: es un vigoroso artista plástico, varias veces laureado, y es también un aventurero del motociclismo. Se aleja así de la imagen habitual del pintor, que presenta al artista como personaje sedentario y apacible. Sin embargo, Juan Sebastián, que cuenta con más de 40 exposiciones en los recintos más prestigiosos, tiene una interpretación personal y sorprendente acerca del mundo de la moto. En esta entrevista, muchos lectores seguramente hallarán una clara identificación con las reflexiones del pintor mexicano.

Boxer Motors: ¿Cómo y cuándo nació su interés por el motociclismo?

Juan Sebastián: Desde muy chico me gustaban las motos y siempre quise tener una; mi papá me dijo que comprarse una motocicleta era como comprarse una pistola y ponerse a jugar con ella a la ruleta rusa. Evidentemente, le hice caso y no me compré la moto. Además, en aquel tiempo no tenía amigos que anduvieran en moto y por eso no tenía ante mí la tentación.

BM: ¿Cuándo tuvo oportunidad de subirse a la moto?

JS: Cuando cumplí 33 años me resolví definitivamente a cumplir mi deseo. De manera fortuita se me presentó la oportunidad que esperaba: un arquitecto me debía dinero por varios cuadros que no me había pagado y acordé con él recibirle a cambio una motocicleta K 1000 BMW, muy esbelta y veloz. ¡Estaba aterrado ante la idea de subirme en esa máquina! Me parecía muy difícil de manejar y además peligrosa.

Decidí ir a Moto Altavista, donde luego de una sabrosa plática con el dueño, entregué la K 1000 como enganche de otra máquina. Corría el año 1987, y desde entonces Erik Gallardo, el propietario de la agencia, se convirtió en mi gran amigo, instructor y maestro motociclista. Erik pensó que verdaderamente yo estaba mal de la cabeza cuando supo que –¡a los 33 años!– había tomado la decisión de andar en moto por primera vez en mi vida. Como entendía que yo hablaba en serio, me dijo que lo más acertado sería que me comprara una GS 1100 de doble propósito, una motocicleta que ofrecía mejores facilidades de control y menos riesgos.

Y en efecto, comprobé que la GS 1100 era de veras una gran moto; además contaba con la ayuda de Erik y con su voluntad para orientarme. Así pude aprender muy rápidamente la técnica del motociclismo, siempre bajo el auspicio de Eric. Sus consejos y su mística los tengo muy bien arraigados hasta la fecha.

BM: ¿Cuáles son los principios de esa filosofía? ¿Qué significa el motociclismo?

JS: Esa filosofía se basa en que, como todo en la vida, al motociclismo hay que tomárselo en serio, con el deseo y el compromiso de entenderlo en verdad; hay que disfrutar toda prueba y cualquier deporte que nos apasione, de otra manera se corre el riesgo de que, por falta de responsabilidad o por la carencia de una pasión auténtica, se ponga en riesgo la propia vida y las de otras personas. Desdichadamente, es algo que sucede en forma muy frecuente con aquellos que no son verdaderos motociclistas, y que desprestigian con su actitud el buen saber y la categoría de nuestro deporte. En lo que a mí me toca, me tomé al motociclismo como un ritual, como una doctrina mística con el carácter de las artes marciales. Como una forma de pensamiento basada en la filosofía Zen.

BM: ¿Qué significa este principio?

JS: Significa no violentarse, significa no agresión, no excesos, no abusos. Significa que el motociclismo es un camino para encontrar y conservar el equilibrio, una manera de mantenerse en permanente estado de alerta para que logremos entablar una relación de placer absoluto con la sabiduría de la contención y la prudencia.

Un motociclista debe cumplir el ritual completo. No ha de tomar su moto para cualquier nimiedad, sino convertir cada viaje en una mágica oportunidad para transformar la propia vida, durante un periodo de tiempo tan prolongado, como lo sea nuestra capacidad para mantenernos aislados de lo cotidiano, a fin de vivir una experiencia sensorial sumamente placentera. Para disfrutar de estas vivencias, la moto desde luego Tiene que mantenerse en perfectas condiciones, pero también el motociclista necesita hallarse impecablemente preparado, con su armadura, para que salga a conquistar mundos y regrese victorioso de sus grandes hazañas.

La moto y la experiencia artística

BM: Como artista, ¿encuentra belleza en las formas de las motocicletas?

JS: Las motocicletas siempre me han parecido objetos sumamente estéticos y de diseño muy complejo. Hay algunas máquinas que se han convertido en iconos en el mundo del motociclismo y parece que en la actualidad hay una tendencia retro. Yo no soy muy experto en todas las marcas, pero como esteta y como admirador del diseño industrial, de la belleza de un objeto mecánico, automotor, como es la motocicleta, me parecen padrísimas.

BM: ¿Existe algún paralelismo entre el estado de ánimo, de conciencia que se experimenta cuando se trabaja en una obra plástica y el que se vive cuando se viaja en motocicleta?

JS: Así es, yo creo que existe una relación muy cercana: el gusto por el placer, por el disfrute de la vida, por el gozo del manejo y la técnica, el oficio de saber pintar y el de saber conducir; hacerlo con toda eficiencia y prudencia también. Aunque es muy complicado plantear una analogía muy cercana, me imagino que en el ámbito emocional, sentimental y de pensamiento, hay mucha similitud. Lógicamente, todas las actividades que tenemos en la vida, si las cumplimos de manera concentrada, dedicada y apasionadamente, pueden tener paralelismos. ¡Claro que sí!

BM:Cuando un artista trabaja en su obra, piensa en compartir su mundo interior, ¿hay alguna semejanza con la experiencia del motociclismo?

JS: Sí son parecidas, pero yo pienso que más bien la semejanza radica en que las dos labores son muy solitarias; en efecto, finalmente, el deseo tanto del artista como del motociclista es compartir sus experiencias. Es evidente que un artista originalmente pinta para sí mismo, pero luego la obra sale al mundo, se expone y por lo menos en mi caso generalmente acaba en la casa de otra persona, de un coleccionista.

Pero el motociclismo se puede disfrutar solo, y mucha gente prefiere hacerlo así. Sin embargo, a pesar de la soledad, se disfruta mucho cuando se comparte. Yo en lo personal prefiero viajar con mis amigos; justamente en esos viajes he conocido a las personas que se han convertido en mis mejores amigos, de tal forma que, en efecto, el arte y la motocicleta son dos formas de vivir la soledad y luego compartirla.

La cofradía de la moto

BM: Decía De Saint-Exupéry respecto a la aviación que la grandeza de un oficio radica en que establece vínculos entre los hombres. ¿Sucede así con los motociclistas?

JS: Yo creo que encontrar afinidades en la manera de ver el mundo y la realidad, así como en la forma de gozarlo, justamente es lo que nos va involucrando en una relación de vínculos, en que poco a poco se va uno conectando más con los compañeros, hasta que se logra formar una cofradía, una nueva familia, que en general considero muy positiva y que permanece durante toda la vida. Es muy difícil que dejes de ver a un amigo motociclista, de la misma manera que sucede con un amigo coleccionista. Aunque el coleccionista no te vuelva a comprar un cuadro, generalmente siempre estará contigo. 

BM: ¿Se propicia una forma de solidaridad?

 J. S.: Sí, en efecto, la solidaridad y el espíritu de compartir las vivencias, de cooperación, este espíritu de los colegas hace de la motocicleta un vehículo para formar un grupo que tiene relación con la búsqueda de la libertad, lo cual siento que es uno de los sentidos más importantes que tiene la vida, y que se lleva a cabo en estas organizaciones comunitarias de amigos motociclistas.

BM: Y después de estas reflexiones, ¿qué es lo que más le gusta de la moto?

JS: Viajar y conocer los lugares más recónditos en mi GS, por ejemplo, Batopilas, sitio al que le dediqué un mural y que ahora se ha convertido en una de las obras más emblemáticas que me ha inspirado el motociclismo.

BM: Finalmente, ¿qué les quisiera decir a los motociclistas?

JS: Mi gran amigo, Erik Gallardo, dice que nunca hay que olvidar que cuando uno se sube a la moto se convierte en el hombre invisible.

Eso hay que recordárselo siempre a los amigos. Que nunca se confíen cien por ciento y siempre estén dispuestos a superarse sin competir. Que nunca se les olvide que el motociclismo es una experiencia interna, espiritual y no una forma de lucimiento ni de manifestarse hacia fuera. Es una experiencia totalmente interior.

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