Mujeres al fin del mundo: Por el empoderamiento y el derecho a una vida libre de violencia

Por el empoderamiento y el derecho a una vida libre de violencia

Las mujeres que recorren el mundo en motocicleta son una noticia extraordinaria, aun cuando hoy en día, como en toda actividad humana, la participación de las mujeres va en aumento, y con ello el respectivo enriquecimiento de las sociedades actuales; afortunadamente el moto turismo es también una de esas actividades donde cada vez más mujeres participan destacadamente.

Y si de recorrer el mundo hablamos, viajar por Centro y Sudamérica es uno de los retos por excelencia para el moto turismo; esta región del planeta ofrece riquezas naturales y culturales extraordinarias, que la convierten en un verdadero privilegio para quienes tienen la fortuna de mirar y enriquecer los sentidos con esta gran diversidad de estímulos intelectuales e incluso emotivos, especialmente si el recorrido se efectúa en motocicleta.

Con este desafío como escenario, el primero de enero del presente año, Lisette González Juárez y Paulina Mendoza Ramos, (en sus motos “Andrómeda”, una BMW F650GS 2009, e “Hipatia”, una BMW F650GS 2006, respectivamente) emprendieron un viaje por esta enorme región; el plan supone prácticamente cinco meses para recorrer casi 40 mil km a lo largo de 17 países: México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil y Venezuela.

El placer y el compromiso social sí se llevan

Conscientes de la dimensión de este proyecto, Lisette y Paulina, motociclistas feministas mexicanas, decidieron darle causa a esta extraordinaria experiencia, por ello la nombraron “Rodada al fin del mundo por el empoderamiento y el derecho a una vida libre de violencia para las mujeres”.

Convencidas de lo mucho que se gana cuando se conjuga la pasión, en este caso, de viajar en moto, con la convicción y el compromiso social, en este caso por los derechos de las mujeres, estas dos pilotos experimentadas en la práctica del moto turismo, con la compañía, también solidaria por la causa, de Javier Santos García, decidieron promover el empoderamiento y de difundir el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, llevando este mensaje de igualdad y de paz, durante el viaje que están realizando en sus motocicletas BMW.

Hacia el Fin del Mundo por el empoderamiento y contra la violencia

El empoderamiento es el proceso mediante el cual las mujeres adquieren conciencia y control sobre sus necesidades, el desarrollo de sus capacidades, sus derechos, y todo aquello que las fortalece para llevar a cabo todas las actividades que deseen sin limitaciones de orden social, cultural o cualquier otro. De ahí que el motociclismo femenil sea un espacio por excelencia para favorecer el empoderamiento de las mujeres.

Por otra parte, millones de mujeres y niñas de todo el mundo son agredidas, golpeadas, violadas, mutiladas, prostituidas o incluso asesinadas; la violencia contra las mujeres es una de las más graves manifestaciones de desigualdad y discriminación entre las personas y lamentablemente esta práctica es universal, de ahí la importancia de tomar todas las medidas necesarias para erradicar la violencia; Lisette y Paulina consideran un buen granito de arena dar a conocer esta terrible situación.

Con patrocinio de BMW Motorrad México y con el único interés y compromiso personal por los derechos humanos de las mujeres, Lisette y Paulina consideran esta experiencia extraordinaria de recorrer en moto miles y miles de kilómetros por Sudamérica, como una excelente oportunidad para promover la reflexión sobre la importancia y urgencia de dar fin a la violencia contra las féminas.

El viaje empezó el primero de enero de 2013; el plan propuesto incluye llegar a Tierra del Fuego, así como recorrer todos los países sudamericanos, para finalizar a mediados del mes de mayo, en el que arribarán a la Ciudad de México.

Centroamérica:

De la Ciudad de México a Panamá fue un viaje relámpago de ocho días, esto se debió a que era necesario que llegáramos a tiempo para embarcarnos en el velero que nos llevó de Cartí, en el Golfo de San Blas, a Cartagena, Colombia.

Incluso así ese recorrido sirvió para reavivar el maravilloso recuerdo de un viaje realizado hace dos años por este mismo equipo de personas, exclusivamente para conocer los países centroamericanos; así que para esta nueva ocasión nos embarcamos el 10 de enero hacia Colombia, con la promesa de que en el regreso podríamos disfrutar de los extraordinarios escenarios centroamericanos: sus bellezas naturales, volcanes, lagos, playas, y su riqueza cultural, zonas arqueológicas, ciudades coloniales, etcétera.

El procedimiento para la travesía en velero fue un poco dramático: hubo que transportar las motos en una lancha de pescadores de la región autónoma Kunayala; los pescadores, con toda la amabilidad, literalmente cargaron cada una de las motos hasta la lancha que las condujo al velero.

Una vez instaladas las motos y nosotras, nos dispusimos a disfrutar, durante dos días, las pequeñas y hermosas islas de esta zona del Caribe. Nuestros ojos vieron lo que pocos ojos ven y disfrutamos del mar que pocas personas han podido disfrutar; pero también padecimos 30 horas de travesía en mar abierto (los efectos del movimiento son horribles), para finalmente llegar al hermoso puerto de Cartagena, sanas y salvas, nosotras y nuestras motocicletas.

Colombia: balcón de paisajes hermosos

Nos sentimos felices por haber llegado a suelo sudamericano. Cartagena de indias, con su arquitectura colonial muy particular, fue una excelente bienvenida para empezar el recorrido por el sur de América; puerto comercial de suma importancia por su ubicación geográfica, esta ciudad fue el preámbulo para enamorarse de Colombia. El recorrido por este país incluyó además de Cartagena, Medellín y Cali (de regreso visitaremos Bogotá).

 La región de Antioquía y el río Cauca se robaron nuestro corazón; bellos escenarios de montañas y campos de café, de los mejores del mundo.

Y así como disfrutamos de paisajes de ensueño, también padecimos caminos de muerte. Respecto a las carreteras, Colombia es un verdadero reto para los motociclistas, las vías no están en su mejor condición (baches, terracería, falta de señalamientos), y el tránsito vehicular es excesivo (coches particulares, camiones de carga, autobuses de pasajeros, pequeñas motos, cientos y cientos de pequeñas motos locales que inundan no solo las ciudades sino también las carreteras), pero los escenarios, sus ciudades y espacios culturales, lo valen todo.

El último regalo que nos ofreció Colombia fue el encuentro con la Cordillera de los Andes, con esa majestuosidad de la naturaleza con la que nos topamos hacia San Juan de Pasto, cerca de la frontera con Ecuador. Fue así que dejamos Colombia con gran satisfacción y la felicidad de saber que volveremos a este país de regreso a México.

Ecuador: la mitad del mundo

Poco antes de llegar a Quito, pasamos por la línea del ecuador que divide la tierra en norte y sur; estábamos en la mitad del mundo, latitud 0* 0’ 0’’, eso nos hizo muy felices y también nos recordaba una de las metas de este extraordinario viaje: llegar al fin del mundo, así que todavía falta, pero como mi lema es que la meta es el camino, pues más bien quisiéramos que esta experiencia no se acabe pronto.

Todo nuestro recorrido en Ecuador fue sobre la cordillera, sus caminos favorecieron que disfrutáramos de este escenario, aunque el clima nublado no permitió las mejores vistas; Quito, a las faldas del histórico volcán Pichincha, es una linda y pequeña ciudad, también con arquitectura colonial, rodeada de las hermosas montañas andinas; ofrece una gran variedad cultural, de la cual gozamos visitando un par de museos y recorriendo su centro histórico.

Rodar en la cordillera ecuatoriana fue como rodar entre nubes, con una densa neblina que solo nos permitía a ratos ver las grandes montañas, pero que lamentablemente no nos dejó ver sus gigantes de fuego: los volcanes Cotopaxi, Chimborazo y Tungurahua; quedan como motivo para una visita en alguna otra ocasión.

Así nos despedimos de Ecuador, con cierta tristeza, pues no rodaremos de nuevo por este país, por lo menos durante este viaje, pero sobre todo con una gran felicidad de conocer la cordillera ecuatoriana y un poco de la cultura nacional.

Perú: cordilleras, desiertos y selvas

Dejamos la cordillera por ahora; Perú nos recibió con un nuevo y espectacular escenario: el desierto. Sorteamos gran diversidad de animales sobre el camino: perros, gallinas, vacas, burros, cabras, y más adelante borregos, llamas, guanacos, etc. Las carreteras peruanas son de excelente calidad, las más amigables para quienes viajan en motocicleta, hasta ahora.

En Trujillo tuvimos nuestro primer acercamiento con la gran diversidad y riqueza cultural prehispánica del tercer país más grande de Sudamérica; visitamos las famosas Huacas Chan Chan, de la Cultura Chimú, y la Huaca del Sol y la Luna, de la Cultura Moche, dos zonas arqueológicas preincaicas. No hay camino en el Perú que se recorra sin encontrarse con numerosos señalamientos de zonas arqueológicas prehispánicas.

Después de viajar por grandes planicies desérticas, donde los fuertes vientos pueden correr hasta los 80 kms por hora, regresamos a la imponente cordillera; deseábamos conocer la Cordillera Blanca (cadena de montañas nevadas), y la Cordillera Negra (cadena de montañas rocosas); a estas serranías las divide el Río Santa, así que lo seguimos desde su desembocadura en el Pacífico, y nos dirigimos primero al Cañón del Pato, ruta verdaderamente extrema no solo por el tipo de terracería sino por sus características, ya que el camino corre por la Cordillera Negra.

Después del cañón empezamos a mirar las bellas montañas nevadas y llegamos a Caraz, donde se dice que están las montañas más hermosas del mundo. Pero el clima, de nueva cuenta, no fue el mejor y apenas logramos ver la cima del Huandoy; no tuvimos la misma suerte con el Huascarán. Aun así, la majestuosa belleza de estas gigantescas montañas no podía dejar de sentirse.

De estar a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar (msnm), regresamos a la costa desértica para visitar Lima, capital que nos recuerda mucho a nuestra querida Ciudad de México; previa visita a las enigmáticas líneas de Nazca, finalmente llegamos a uno de los puntos más especiales de la ruta: la esplendorosa ciudadela de Machu Picchu, la experiencia de conocer este lugar deja sin palabras a cualquiera, solo diré que es la muestra por excelencia de la ingeniera y arquitectura extraordinarias de la poderosa cultura inca, a pesar del poco tiempo de su desarrollo.

Y para finalizar, por ahora, estamos en el Lago Titica, el más alto navegable en el mundo; está a 3800 msnm, y es el segundo más grande América.

Hasta ahora llevamos cinco semanas de un plan de 20 semanas; estamos por alcanzar los primeros diez mil km de los casi 40 mil que pretendemos recorrer, y hemos visitado nueve países de los 17 que incluye nuestra ruta.

El 8 de marzo es el Día Internacional por los derechos humanos de las mujeres, y es en este marco que compartimos la experiencia de Lisette y Paulina, quienes decidieron emprender esta extraordinaria aventura, junto con Javier, llevando la bandera del empoderamiento y derecho a una vida libre de violencia para las mujeres.

Lisette González Juárez

Febrero, 2013.

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