Padre e hija cinco mil kilómetros por Norteamérica

Mañana es nuestro último día rodando, iríamos a Las Vegas donde mi mamá nos estaba esperando. Todo esto era una sorpresa, ya que ella pensaba que llegaríamos hasta dentro de dos días.

Listos otra vez a las cinco de la mañana, salimos rumbo a Las Vegas. Siempre había querido ir, así que estoy emocionada, sobre todo por ver a mi mamá. Nos fuimos por la famosa ruta 66 y cruzamos por el pueblo que inspiro al creador Cars, de Disney Pixar. Al llegar al pueblo de Mojave la temperatura empezó a subir, y claramente, ya que estábamos e medio del desierto; cada kilometro avanzado un grado más que subía. Entramos a Las Vegas, Nevada a las 11:30 de la mañana con una temperatura de 52° centígrados. Sentíamos que nos derretíamos como paletas. Para mantener nuestro calor corporal a lo normales, cerramos todas las ventilaciones que traíamos, porque sólo con sentir el viento en la cara, quemaba. Para colmo el GPS nos mando por un lado muy raro y nos perdimos, pero después de 45 minutos encontramos el hotel.

Mientras bajamos las maletas y todo el equipo, muchos taxis estaban llegando y escuchamos el grito de mi mama arriba de un taxi. Si lo hubiéramos planeado no nos hubiera salido, su cara de emoción fue lo mejor del mundo. Yo estaba realmente feliz de estar otra vez con mis papás, en una de mis ciudades soñadas.

Nos quedamos disfrutando de esta gran ciudad por cuatro días, mi papá se regresó un día antes que nosotras hacia Tijuana, donde embarco la moto de regreso a la Ciudad de México. Fueron 13 días de viaje: 11 rodando y dos de descanso. Siempre tratábamos de tomar carreteras secundarias y a veces tomar el Freeway. El jaguar siempre llamó mucho la atención, tanto que nos pedían fotos. Una gran moto, un gran conductor y una gran acompañante.

No tengo palabras para describir este viaje, solo que fue el mejor de toda mi vida. Los lugares, la gente, el ambiente, los paisajes, la sensación de estar arriba de la moto. Sobre todo pasar 24/7 con mí papá. Este viaje no solo me enseño a apreciar más el motociclismo, sino también me inspiró comenzar a tomar lecciones de conducción el próximo año.

Quisiera agradecerle a mi papá por esta gran experiencia. Confió  ciegamente en él y este viaje nos unió más que nunca, después de estar tanto tiempo separados. No solo es mi padre, también es mi mejor amigo. Este viaje jamás lo voy a olvidar y no lo hubiera cambiado por nada del mundo, estoy realmente agradecida por haberme cumplido mi “capricho” y feliz de haberlo hecho, al lado del mejor hombre que tengo en mi vida.

Gracias por todo papá, Te amo

Tu hija, Paulina.