Al final de los años veinte, BMW se proponía producir una máquina poderosa, pero accesible para las masas; fue vital la experiencia con la potente pero costosa y complicada R 37.
El éxito radicó en vigilar los costos de fabricación; el motor bicilíndrico de la R 47 era de 550 cc, con válvulas a la cabeza. Se basaba en el bóxer OHV, pero se elevó su potencia a los entonces notables 18 caballos de fuerza, para desarrollar una velocidad máxima de 112 KPH. El bastidor y la suspensión no podían ser más sencillos; los ingenieros suprimieron todo componente superfluo y así redujeron el costo en un 36 por ciento respecto a la predecesora, sin sacrificar el desempeño deportivo.
La BMW vendió 1,720 R 47, diez veces más que la R 37; los clubes de carreras adquirieron muchas de ellas. Entre otros avances, era notable el tanque adicional desmontable, para viajes largos, que se quitaba en las pruebas de velocidad.