Yusif Marzuca: La verdadera libertad

Yusif Marzuca: La verdadera libertad

Para el capitán Yusif Mazurca Rivera, la motocicleta representa en la tierra lo que el avión en el aire: un vehículo para descubrir el mundo, para acercarse a las personas y para conocerse a sí mismo.

Piloto aviador y entusiasta del motociclismo de doble propósito, Yusif Mazurca nos habla de sus motivos, sus planes y sus satisfacciones.

xer Motors: ¿Puede contarnos acerca de los orígenes de su interés por la aviación y por el motociclismo?

Yusif Marzuca Rivero: Desde que tengo uso de razón, recuerdo estar enamorado de los aviones; cuando era un niño, mis padres me llevaban a algún aeropuerto cercano a ver los aviones despegar y aterrizar, verdaderamente me volvían loco y siempre soñaba con que algún día llegaría a ser piloto.

Conforme fui creciendo, en las distintas etapas de mi vida siempre salía en la charla con la gente, la idea de que algún día sería piloto y por supuesto no dejaba pasar la oportunidad de voltear al cielo, cada vez que mis oídos escuchaban el sonido de algún avión surcando en las alturas.

Sobre el motociclismo, creo que sucedió de manera muy similar: recuerdo que cuando aún era muy pequeño, incluí en repetidas ocasiones dentro de mi carta a “Los Reyes Magos” una Pony de Carabella, la cual nunca llegó debido a que mis padres le tenían fobia a las motos; fobia causada por un accidente que tuvo mi padre, la única vez en su vida que se subió a una motocicleta prestada y sin nada de equipo.

Nadie le explicó cómo manejarla y “¡zas!”, en una curva no supo qué hacer y se siguió de frente; se lesionó el hombro, recibió repetidas cirugías y nunca más volvió a quedar bien. Siempre traté de persuadir a mis papás con scooters, cuatrimotos… Pero siempre obtuve un “no” como respuesta, así que las motos durante mi niñez y mi adolescencia solo estaban en mi pensamiento, pues nunca logré convencer a mis padres de que me comprarán una.

Obviamente, siempre me dije: “cuando yo trabaje y gane mi propia ‘lana’ cumpliré mi sueño y tendré mis motos” afortunadamente esa pasión nunca pasó a estar en segundo plano y creo que hoy en día es más fuerte, debido a tantos años de espera y perseverancia.

BM: Estas dos aficiones ¿Surgieron al mismo tiempo o se sucedieron?

YMR: No, no fueron al mismo tiempo; creo que la pasión por los aviones me llegó primero, probablemente a los cuatro años de edad, ya decía que quería ser piloto o astronauta; las motos me llegaron por ahí de mi octavo o décimo año de vida. Posteriormente primero me hice piloto a los 21 años y con mis ahorros, fue que pude costear mi primera moto.

BM: ¿Existe alguna forma de conexión entre estas actividades? ¿Se asemeja de algún modo la experiencia de volar un avión con el manejar una motocicleta?

YMR: Definitivamente, creo que hay una conexión, no sé si directa o indirecta, pero las dos van relacionadas con la adrenalina y la aventura, por otra parte, siento que las dos actividades se relacionan en el aspecto de seguridad, entrenamiento, destreza, disciplina, concentración y actitud; las dos actividades no perdonan errores, en ambas estamos hablando de vidas en riesgo… ¡Empezando con la propia, obviamente!

Estoy seguro de que nadie sale a rodar o a volar con la idea de matarse, por lo tanto, das lo mejor de ti, ejerces todos tus conocimientos para ir reduciendo factores de riesgo y regresar a casa entero después de cada jornada, ya sea en moto o en avión.

BM: ¿Se relaciona esto con la sensación de libertad?

YMR: Por supuesto que sí, (risas), yo me considero una persona muy aventurera, no tengo ataduras a casi nada y cuando aprendes a levantar las anclas sin importar el destino o las fronteras, desprenderte hasta del dinero y de cosas materiales, es cuando alcanzas la verdadera “libertad”.

BM: En un avión, el mundo se contempla desde lejos, desde las alturas, ¿Cuándo vuela y mira hacia la tierra, siente interés en recorrer en motocicleta algunos de los sitios que ve desde el avión?

YMR: Siempre que las condiciones meteorológicas, así como la carga de trabajo en la cabina de vuelo lo permitan, me la paso siguiendo con la vista caminos perdidos de terracería, principalmente en las sierras o zonas montañosas; pero también a veces encuentro atajos en las carreteras que después busco en la cartografía del GPS o en Google Earth.

Creo que la oportunidad que tengo en mi profesión de ver todo desde arriba ayuda mucho a mejorar la orientación en el terreno, incluso a detectar posibles zonas de riesgo para la conducción en moto.

BM: ¿Qué tipo de motociclismo practicá?

YMR: Me gusta mucho el Doble Propósito con motos de tipo “Maxi-Trail”, pero principalmente hago algo más de enduro, nunca he competido porque la verdad cuando hay un cronómetro de por medio, creo que me descompongo y no funciono nada bien, prefiero salir a pasear al monte, disfrutar el recorrido y descubrir nuevos caminos.

BM: ¿Cómo se inició en el motociclismo?

YMR: Bueno la verdad es que cuando era chavito (alrededor de los 16 años) no había forma de tener una moto propia en casa y por consiguiente siempre andaba de lambiscón con amigos que tuvieran moto, me las prestaban y me dejaban dar unas vueltas, incluso empecé a practicar un poquito de Cross con la moto y el equipo de un vecino en una pista que estaba muy cerca de casa: obviamente mis padres no lo sabían, si no, se me “armaba”; pero no pasó mucho tiempo antes de que a mi amigo, lo castigarán quitándole la moto y todo se vino abajo.

Durante mucho tiempo, casi todos los días, me iba en mi bici o como podía a la agencia de “Honda del Río”, en Puebla, me hice amigo de los dueños y hasta al taller me dejaban entrar para aprender; preguntaba de todo y no compraba nada… creo que ya me alucinaban. (risas)

Luego pasaron muchos años más de sueños, hasta que aproximadamente a los 27 años empecé a comprarme todo el equipo como el casco, chamarra, botas, etc. Todo el mundo se reía de mí porque estaba comprando equipo y aún no tenía la moto, pero les contestaba que el equipo era primero, ya que cuando comprará la moto iba a necesitarlo para ir a recogerla y trasladar el nuevo juguete a casa, finalmente como al año, me pude comprar mi primera moto.

BM: ¿Fue una atracción personal o ya existían antecedentes de esta actividad en la familia?

YMR: Definitivamente, fue una atracción personal. Aunque a un tío que vivía a la vuelta de la casa le gustaban las motos, él practicaba trial y tenía en su cochera una Bultaco o una Islo, no lo recuerdo bien, pero cada vez que iba a su casa acariciaba la moto diciendo en mis adentros “algún día, tendré la mía”.

BM: ¿Cuál fue su primera motocicleta? ¿Hubo alguna experiencia especialmente impactante o memorable?

YMR: Mi primera moto fue una Aprilia Caponord ETV1000, que estaba vendiendo un amigo y cuando la vi la verdad me enamoré, aunque me asusté un poco porque era enorme, pesada y muy potente. Lo primero que hice fue meterme a una clínica de conducción, luego a otra y a otra, con la idea de convertirme en un mejor conductor antes de tener que lamentar un trago amargo y echar a perder tantos años de espera.

BM: ¿La práctica del motociclismo se alimentó con la afición de otros amigos? ¿Surgieron nuevas amistades a través del motociclismo?

YMR: Por supuesto que sí, en aquel entonces leí unas publicaciones sobre la “La vuelta a México” de Santiago Calcagno; en ese momento yo pensé: “Este individuo es mi héroe”. Y me dije:“Yo también quiero hacer algo así, pero más Doble-Propósito”, lo contacté y por teléfono nos caímos bien, nos juntamos a tomar un café que pintaba ser de 30 minutos y al final estuvimos más de cuatro horas charlando; le expuse muchas ideas que tenía para hacer crecer el motociclismo en México, y al final creamos muchos proyectos de viajes y eventos, algunos se concretaron, algunos se quedaron en el aire, pero la amistad se fortaleció, incluso hasta la fecha seguimos planeando nuevos proyectos. Poco tiempo después de esta reunión fue que me surgió la idea de crear la “Red Social (No Oficial) de BMW Motorrad México” en Facebook. Posteriormente, me fui involucrando con más personas que tenían la misma sed que yo de rodar, convivir, crear afición y difundirla, como es el caso de mi amigo Ioram y muchos más.

BM: ¿Qué clase de satisfacciones ofrece el motociclismo a quien lo practica? ¿Cuáles son los principales problemas que tiene que resolver?

YMR: Bueno, antes que nada creo que la sensación de libertad es la primera satisfacción que tenemos al rodar en moto; las sensaciones de la gravedad, el viento y los aromas de cada sitio en particular son algunas de las experiencias que más disfruto, la satisfacción de conocer siempre nuevos amigos, descubrir culturas y gente nueva por todos lados. Por otra parte, creo que el motociclismo, al igual que la aviación, se trata de no tener que resolver problemas, se trata de adelantarte a ellos para poder evitarlos.

En estas dos actividades lo principal es la prevención antes que el remedio, aun así hay que estar bien capacitados y preparados para todo tipo de problemas inesperados que pudieran surgir, como los desperfectos mecánicos, cargando la herramienta adecuada, que hay que probar antes de la salida; igualmente adiestrarse un poco en las reparaciones básicas de la moto; cargar un pequeño botiquín de primeros auxilios, y de preferencia tomar un curso previo, cuanto más completo mejor.

Por supuesto que lo ideal es nunca llegar a aplicarlo, pero nunca se sabe, lo puedes necesitar tú o alguno de tus compañeros, pero creo que una de las medidas más importantes es tomar algún curso de manejo en un ambiente controlado y seguro, donde puedas conocer las limitantes tanto tuyas como de tu moto; si puedes tomar dos o tres, incluso más cursos, mejor, ya que siempre se aprenderá algo nuevo o conocerás alguna reacción nueva, sea tuya o de la moto y solo así podrás perfeccionar tus habilidades. Recuerda, ¡la práctica hace al maestro!

BM: ¿Qué diferencias existen entre el motociclismo de México y el de otros países? 

YMR: Bueno, definitivamente sabemos que la cultura vial en México aún se encuentra en pañales. Hay países mucho peores y caóticos, pero rodar en países primermundistas es otra cosa, hay mucho más respeto hacia el motociclista, mayores facilidades por parte de los gobiernos e infraestructura vial.

Otra razón buena que hay en los países más avanzados es la facilidad financiera para adquirir una moto, las tasas de interés son mucho más bajas, hay mayor diversidad en seguros, etcétera.  Algo a tomar en cuenta es el proceso para expedir licencias, tanto a motociclistas como a automovilistas, hay pruebas muy rigurosas y si no das el ancho, simplemente tienes que prepararte más para volver a presentarte. Ojalá pronto existan estas pruebas en México, así se garantizaría una mejor seguridad vial para todos.

BM: ¿Cómo se ha ido transformando el motociclismo en México desde que comenzó a practicarlo? 

YMR: El motociclismo en México durante los últimos años ha ido creciendo a pasos agigantados, cada vez somos más los que usamos moto, cada vez hay más marcas y diversidad de modelos; al mismo tiempo cada vez hay más difusión por parte de la prensa especializada, así como de las redes sociales, también cada vez hay más eventos.  Hemos visto que las competencias de todas las especialidades cada vez son más concurridas, tanto en corredores como en público aficionado; igualmente hemos visto la creación de muchos nuevos, moto clubes por todas las ciudades del país. Desgraciadamente, el apoyo gubernamental casi no ha crecido nada, tampoco la variedad y condiciones de los esquemas crediticios para adquisición de motos, en materia de seguros, es lo mismo. Cabe resaltar que la marca con los mejores esquemas de financiamiento es BMW.

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